viernes, 25 de mayo de 2012

25 de Mayo de 1810:“El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal".



El viernes 25 de mayo,  en la Plaza de la Victoria,  actual Plaza de Mayo, el pueblo de Buenos Aires finalmente impuso su voluntad al Cabildo.
Durante  esa mañana, una gran multitud comenzó a reunirse en la plaza liderados por los milicianos Domingo French y Antonio Beruti  que reclamaban  la anulación de la resolución del día anterior, la renuncia definitiva del virrey Cisneros y la formación de una Junta de gobierno.
El historiador Bartolomé Mitre afirmó que French y Beruti repartían escarapelas celestes y blancas entre los concurrentes; historiadores posteriores ponen en duda dicha afirmación, pero sí consideran factible que se hayan repartido distintivos entre los revolucionarios. Ante las demoras en emitirse una resolución, la gente comenzó a agitarse, reclamando:”¡El pueblo quiere saber de qué se trata!”
Los cabildantes aceptaron la renuncia indeclinable del Virrey, quien, ante el descontento popular y los jefes militares que le negaban su apoyo, no le quedó otra opción.
Avalada por firmas, y respaldada por el pueblo en la Plaza, quedó integrada la Junta Provisoria Gubernativa del Río de la Plata integrada por:
Presidente: Comandante de Armas Cornelio Saavedra –Nació en Potosí -
Secretarios: Doctor Juan José Paso -Nació en Buenos Aires-
Doctor  Mariano Moreno – Nació en Buenos Aires-
Vocales: Presbítero Manuel Alberti -Nació en la Ciudad de Buenos Aires-
Doctor Manuel Belgrano -Nació en la Ciudad de Buenos Aires-
Doctor Juan José Castelli -Nació en la Ciudad de Buenos Aires-
Brigadier Miguel de Azcuénaga -Nació en Buenos Aires-
Domingo Matheu-nacionalidad española- comerciante
Juan Larrea- nacionalidad española- comerciante

Algunos de los pensamientos de Mariano Moreno, uno de los patriotas de la Revolución de Mayo:
“El oficial de nuestro ejército después de asombrar al enemigo por su valor, debe ganar a los pueblos por el irresistible atractivo de su instrucción. El que se encuentre desnudo de estas cualidades redoble sus esfuerzos para adquirirlas, y no se avergüence de una dócil resignación a la enseñanza que se le ofrece, pues en un pueblo naciente todos somos principiantes, y no hay otra diferencia que la de nuestros buenos deseos: el que no sienta los estímulos de una noble ambición de saber y distinguirse en su carrera, abandónela con tiempo, y no se exponga al seguro bochorno de ser arrojado con ignominia: busque para su habitación un pueblo de bárbaros o de esclavos y huya de la gran Buenos Aires que no quiere entre sus hijos hombres extranjeros a las virtudes”.
“El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes, y el honor de éstos se interesa en que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir sus delitos. El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien, debe aspirar a que nunca puedan obrar mal.
“Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce, lo que vale, lo que puede y lo que sabe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte, mudar de tiranos, sin destruir la tiranía.”
“Los pueblos deben estar siempre atentos a la conservación de sus intereses y derechos y no deben fiar más que de sí mismos. El extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien, sino a sacar cuantas ventajas pueda proporcionarse. Recibámoslo en buena hora, aprendamos las mejoras de su civilización, aceptemos las obras de su industria y franqueémosle los frutos que la naturaleza nos reparte a manos llenas; pero miremos sus consejos con la mayor reserva y no incurramos en el error de aquellos pueblos inocentes que se dejaron envolver en cadenas, en medio del embelesamiento que les habían producido los chiches y coloridos abalorios…”

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