El 26 de julio de 1952, se anunciaba la muerte de Eva Duarte de Perón, llamada “la jefa espiritual de la patria” en el anuncio. Fue víctima de cáncer cuando tenía tan solo 33 años.
“Evita”, el apodo con el que pasó a la historia, nació en Junín, el 7 de mayo de 1922 (aunque hay historiadores que sostienen que fue en 1919) en el seno de una familia humilde de dicha localidad.
A los 15 años, se mudó a Buenos Aires para intentar vivir como actriz. Consiguió pequeños papeles en obras de teatro, hasta que la fortuna la hizo conocer a Juan Domingo Perón.
Desde el comienzo de su relación, Evita sería fundamental en el armado político del justicialismo y en el impulso de iniciativas históricas como el sufragio femenino, la labor social y la construcción de viviendas sociales.
En 1950, durante un acto en el Sindicato de Taxistas, Eva Perón se desmayó. Fue así como se le detectó cáncer del cuello uterino, una enfermedad sin tratamiento en ese momento.
A pesar de su malestar, la líder peronista continuó su tarea en la Fundación Eva Perón, que ayudaba a los más humildes a conseguir trabajo, alimentación, vivienda y educación, hasta los últimos días de su vida.
En el actual ministerio de Desarrollo Social, Evita pronunció su último discurso, donde denegó el pedido que la multitud le hizo de ser vicepresidenta. Falleció el 26 de julio de 1952 y fue embalsamada.
El 1955, durante el golpe de Estado brindado por las Fuerzas Armadas, la iglesia y el campo, el cuerpo de Eva Perón fue secuestrado y violado post-mortem. Por este motivo, décadas después, Montoneros secuestró y ‘ajustició’ a Aramburu, mientras exigían que se devolviera el cadáver a la Argentina.
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