Pese a que la marcha de la que hablé en el post anterior se realizó en completa paz, sin agresiones, y sin desmanes, muchos políticos (el 100% de los K más algunos trapitos funcionales al poder) y periodistas también, se agarraron del único hecho particular que pudieron vislumbrar, casi desestimando el logro hercúleo de todo lo demás: la “agresión” verbal o los cánticos de “mal gusto”. De los kirchneristas oficialistas y zombies asociados, eso era de esperarse, pero lo raro es que se han dedicado programas “periodísticos” completos a tratar de descifrar cómo ocurrió eso y diciendo que estaba completamente mal, interpelando a los asistentes como si fuesen parte de un régimen asesino que pretende un siglo más de matanzas y torturas escudados tras una esvástica. Parece que las palabras que algunos pronunciaron, tiraron por tierra las acciones de todos; y olvidan (a propósito) el por qué la gente terminó reunida como un Pueblo en conjunto, que fueron el asco y bronca extremos como reflejo involuntario ante el Gobierno de hoy. ¿Y saben qué tengo para decirles a ellos? Que pueden irse todos a la reputísima madre que los remil parió.
La misma manga de pelotudos políticos coimeros que no temen en lucrar ni hasta con los infantes muertos de hambre, tildaron una marcha pacífica como “venenosa” y “muestra de otras épocas oscuras de la Historia Argentina” (como si la Reina de los Condenados fuese sinónimo de luz), a la vez que organizan dos contramarchas K para demostrar que la pija más grande es la de nuestra Presidente con cara de muñeca olvidada sobre el horno. Los mismos boca de orto que tratan de bajar el tono a la reunión popular restándole números y retocando fotos para que parezca que iban todos fascistas, son los que después salen a decir que la inseguridad no subió (y hasta… ¡disminuyó!) y acotan, sin temblores en sus maltratadas gargantas profundas, que “fue una marcha del desánimo y la incitación”, mientras se masturban con la adrenalina de saberse impunes con la masacre de Once y los muertos diarios por robos. Los mismos soretes blenorrágicos que hablan de la violencia de las palabras, son los mismos minigorilas sopranos que golpean manifestantes en las plazas o toman comisarías sin ser penados ni con un chirlo en el culo. La nueva especie de vomitivos coprófagos que dicen “se vieron cabecillas, fue todo armado”, son los mismos vellos vulvares de la bombacha de la Reina, que organizan los micros que taponan 9 de Julio, pintan y destrozan monumentos nacionales como si fuesen su cagaderos particulares, y arman las choriceadas fálicas que sus hijos putativos consumen como yiros en convento, acompañadas por las mismas altas dosis de etílico en cajita que usan para voltearse a sus horrendas congéneres descerebradas para engendrar el veinteavo hijo para ganar otro plan y más monedas en las calles para comprar merca.
Los periodistas subyugados por el olor de los fluídos vaginales de la yegua multípara de potrillos indeseables, tampoco se quedan atrás. Los muy sobaquenas pajeros del orto se piensan que la gente, o tiene que ser “políticamente correcta”, o necesariamente tienen que ser “centrados” como los periodistas de ley (cosa que jamás conocerán esos engendros abortados por la oreja). La gente es gente, manga de cráneos guardapedos; nosotros no tenemos la obligación de hacernos los intelectuales desde posiciones pagas, porque no estudiamos para ser chamuyeros de cuarta o politicuchos de quinta (en Olivos), y tampoco nos pagan por hacerlo ni parecerlo. Nosotros tenemos el derecho de poder mandarlos a la concha de sus madresmontoprogres cuando se nos cante el orto, porque no tenemos caretas que sostener con nuestras manos, manos que no se atoran en las latas ni tienen pelos en las palmas. Antes de poder siquiera intentar simular el distinguir realidad de ficción o reconocer las prioridades sociales, deberían aunque sea limpiarse el cremoso semen político que todavía chorrea de la comisura de sus labios (cualquiera de los tres pares).
Si esas dos especies de sanguijuelas malolientes osan equiparar a un pueblo enojado y hastiado, con el laburo pedorro que hacen, es que no saben identificar ni la propia mierda que son. Cuando intentan visualizar hacia afuera, lo único que ven es lo que pasa detrás de sus ojos, una diarrea hemorrágica que cae de su ínfimo cerebro mononeuronal. Cuando dicen “enojo popular”, deben entender que el enojo trae puteadas, y no actitudes de Ghandi (y no hablemos de las de ellos, manga de forros pinchados por puercoespines). La gente está enojada ante tanta violencia recibida a diestra y siniestra por años enteros, décadas ya, que siempre viene de la mano de los mismos tampones enrojecidos sin hilo, que hoy resultan ser los que se horrorizan cuando el Pueblo les aplica una pequeña variable de su propia fórmula. Unos atacan y deliran al pueblo, otros defienden y relativizan a los primeros por TV, pero el pueblo SIEMPRE come esas cucharadas pútridas de líquido seminal entre arcadas de asco. ¿Y se piensan que vamos a responder únicamente con paz, respeto (por los que respetan), autofinanciación, no violencia física, ni destrucción de bienes públicos y privados? Adivinen otra vez, cánceres regurgitados por el ojete del Universo, porque también los vamos a mandar a todos a hacerse culear por 100 violadores anales liberados por Vatayón Militante (grupete pacífico e integrador para ellos, ¿no?).
Yo asistí a una marcha, me sorprendieron los “Cristina, andá que Néstor te espera” o los “Cristina se la come, Lanata se la dá”, pero lo hicieron gratamente, porque permitieron liberar toda esa opresión de la que ellos, simples pelos púbicos de jabones de baños públicos, nos han hecho esclavos por años sin siquiera articular una puta idea lógica que nos vendan esos quistes endulzados con mocos verdosos, como la verdad de la milanesa de Teresa. La respuesta a tanta violencia, veneno, malversación, avasallamiento, clientelismo, inseguridad, y demás, ha sido una marcha ejemplar, con algunas puteadas. ¿Les molesta, manga de frígidos emocionales lobotomizados con cuchara de helado? Nosotros tenemos más derecho de putearlos desde los olorosos pies a sus grasudas cabecitas, que el de ustedes de robar a cuatro manos o cagársenos de risa en la cara cuando pedimos que dejen de matarnos en la calle como perros hidrocefálicos con rabia.
Y esperen muchas más puteadas y “faltas de respeto repudiables”, porque si ustedes, miomas de garcha de mono, siguen con sus actitudes y el timón apuntando al “delire al Pueblo, que es pelotudo” en la barcaza con último puerto en el infierno, es lo MENOS que pueden esperar de toda una sociedad a la que le llenaron los huevos hace rato. La violencia sistemática, la ceguera, el no hacerse cargo, el cagarse en todo, está despertando ésto que puede ver y leer hoy, y que es poquísimo comparado con lo que hemos recibido y mamado durante tanto tiempo. La gente responde con una porcioncita del sistema usado por el kirchnerismo progre y el periodismo sectario, y ellos ponen el grito en el cielo, asustándose de que lo peor que sucedió fue que mandaron de palabra a Cristina a vivir con ÉL. Sólo en ésta rota letrina que se llama Argentina, los soretes acumulados se quejan de que vieron una pelusa sobre lo poco que queda ya de agua… Manga de reverendos payasos amorales y antiéticos, eso es lo que son. Susto en serio es el de la madera del jonca de Néstor, que tuvo que mirarlo todo este tiempo; y dolor y agonía deben haber sentido las tripitas de los gusanos que se comían al virolo, tratando de asimilar una carne que venía podrida y corrupta ya antes de muerto. Aunque tal vez me equivoque, los kirchneristas tengan razón, y Néstor está entre nosotros. Eso explicaría el olor pútrido, infectante, e insoportable de la política argentina de hoy, y también explicaría el por qué el Nestornauta anda con máscara: es muy difícil soportar el olor a bolas podridas de uno mismo. Al menos, es lo que dicen los militantes K no-muertos mientras deambulan mangueando “cereeebro” o intelectuales para Cacha Abierta.
No pidan ni un pedacito de respeto si ustedes no lo tienen, y no nos rebajen al nivel de mierdas que se ganaron a base de tanto esfuerzo, porque siempre estaremos por encima, aún cuando nos arrastren a los más bajo de sus submundos sulfúricos. Lo raro es que cuando otros se les ponen encima, gozan de placer y gritan como gatas en celo, ¿pero a nosotros nos ponen cara de asquito? Es hora de que el Pueblo se las ponga bien al fondo de una vez por todas, a ver si aceptan que son viciosos sexuales y no necesitan comer el cerdo recomendado por la cachonda dominatrix argolla flácida a la que tanto le gustan las cadenitas de sodomía. Estamos cansados de que nos rompan el orto, es hora de que ahora ustedes asuman su posición pasiva y empiecen a sentir el dulce pene popular ingresando en sus ya desensibilizados anos políticos. Ahora, resta saber si se van a dejar culear por gusto, o si quieren ser violandos pataleando y gritando. Ustedes deciden. Porque de todas formas, chillen lo que chillen, griten lo que griten, nieguen lo que nieguen, el Pueblo se está abriendo la bragueta. ¡A comeeerlaaa!
PLPLE
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