viernes, 28 de septiembre de 2012

Guillermo Moreno: Un caso de narcokirchnerismo explícito.


 Anoche, en el barrio porteño de Monserrat, un grupo de personas, organizaron un cacerolazo en la puerta del edificio donde vive el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y les lanzaron  agua desde   uno de los balcones.
Cerca de  diez hombres que apoyaban a Moreno observaban  por la zona pero  no se produjeron enfrentamientos con los manifestantes, ya que el evento finalizó en forma pacífica.
La protesta, con unas 30 personas se realizó en la calle Salta 960, a las 20:30, y fueron agredidos dos veces con baldazos de agua, llegando a mojar a algunos de los manifestantes quienes estaban reunidos con la  consigna: ‘Contra la prepotencia y maltrato a mujeres y ciudadanos de parte del secretario Moreno’.
Mientras tanto  Moreno, estaba en  un acto público, convocado por la CGT Zona Norte, en la sede de Peronismo Kirchnerista  de Vicente López, y lo acompañaban, el secretario general de la regional, José Luis Casares; y los diputados ultrakirchneristas Diana Conti y Carlos Kunkel.
Moreno dijo entre otras cosas que:  “No suele acompañarme mi esposa, pero hoy le pedí que me acompañe porque se supone que a esta hora, como dice la canción, deben estar caceroleando en mi casa”.
“Les digo a los que están caceroleando en mi casa que se metan la cacerola en el orto”.
También  habló sobre  la crisis económica mundial,  “En Europa ya sabemos cuál es el meollo de la cuestión y es que no hay una transformación del sistema especulativo-rentístico a un sistema de producción donde se favorezca a los trabajadores”.
Sobre  nuestro país, afirmó:  “Es un avión que vuela básicamente con cuatro motores: uno es Brasil, otro es China, otro es Europa y otro es EE.UU”.
“De esos motores, uno está prendido fuego, dos se están parando y uno está pistoneando. Es decir que estamos llevando el avión con el oxígeno que tiene la cabina y que es nuestro mercado interno”.
“No hay ninguna duda que en el salario que cobran los trabajadores, hay un residual que queda después de que compró los alimentos del mes. Lo que queda de ese salario que gasta en alimentos, es lo que gasta en otra cosa, entonces si tengo alimentos caros lo que me sobra es poco. Por eso decimos que el precio de los alimentos termina definiendo el poder adquisitivo del salario, si el argentino gasta su salario en alimentos se mantiene tranquilo pero no está feliz como sucedía durante el menemismo. Si el argentino cobra su salario y no le alcanza ni para comprar los alimentos, rompe todo y es el caso de la Alianza. Si después de haber comprado los alimentos le sobra un mango, está razonablemente feliz y eso es lo que nosotros queremos y entiendo que lo estamos logrando”.

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