LA CARNE: UN NEGOCIO PARA POCOS. POR CARLOS R. BROWN.
El sector de la industria frigorífica en particular, así como toda la cadena cárnica de valor en general, atraviesa hoy una grave crisis, como consecuencia de años de erráticas restricciones a la comercialización y de la falta de una política ganadera de mediano y largo plazo, entre otras malas medidas –que algunos denunciamos desde hace ya varios años-.
Es por ello que hemos presentado, con el acompañamiento de los diputados nacionales Enrique Thomas, Ricardo Gil Lavedra, Patricia Bullrich, Paula Bertol, Juan Tunessi, Carlos Carranza, Alberto Asseff, Ramón Puerta y Gustavo Ferrari, un pedido de informe al Poder Ejecutivo (0120-D-2013), a fines de garantizar la preservación de esta importantísima fuente de trabajo y producción.
Hasta hoy sabemos que los declinantes niveles de faena por insuficiencia de materia prima –lo cual implica un costo creciente de la producción por kilo de carne-, sumado a una menor demanda de subproductos como cueros y cebo, han producido una situación de colapso sin precedentes en nuestra industria frigorífica, con cierre masivo de establecimientos y pérdida de miles de puestos de trabajo.
De 400 plantas frigoríficas que había a nivel nacional, han cerrado 120, sobre todo durante el último bienio. La mayor parte se dedicaba a la exportación, por lo que han sido particularmente afectadas por las restricciones vigentes. Por ejemplo, las exportaciones argentinas de carne bovina cayeron en 2012 a apenas 217 mil toneladas, es decir un 18% menos que en 2011 –cifra que es comparable a la de 2001, año en que se produjo el problema de la aftosa-.
Por su parte, hasta los mismos funcionarios nacionales han reconocido que la faena cayó drásticamente entre un 45 y un 50%, hecho que produjo la destrucción de unos 14 mil puestos de trabajo.
De este modo, la caída de las exportaciones no sólo afecta a los frigoríficos sino también al productor ganadero. La menor demanda generada de animales en pie mantiene el precio del ganado a valores nominales, los cuales son casi constantes con los costos crecientes que debe absorber el productor. Por supuesto, esto afecta gravemente el incentivo para invertir y aumentar la producción.
Esta crítica situación, además, impacta fuertemente en nuestras economías regionales, marginando de manera directa e indirecta a miles de trabajadores, con consecuencias sociales irreparables que no podemos ignorar.
Como suele ocurrir durante las crisis, el segmento PYME, de menor capacidad financiera, resulta el más golpeado. Mientras grandes empresas pueden integrar la comercialización, la distribución y hasta la posibilidad de proveerse ellos mismos la hacienda, muchas PYMEs están quedando fuera del negocio. Esto no hace más que profundizar el proceso de concentración con creciente participación de capital extranjero, lo cual se evidencia particularmente durante los últimos años.
Debemos agregar que a dicha concentración ha contribuido significativamente la poco transparente administración por parte del Gobierno nacional, a través de su Secretario de Comercio Interior y de la cuota Hilton de exportación, principal negocio de la industria frigorífica, que representa ingresos potenciales por 480 millones de dólares. De acuerdo a fuentes del sector, mientras hace cinco años 65 empresas frigoríficas con 75 plantas participaban de dicha cuota, hoy las empresas adjudicatarias son apenas 27 y las plantas beneficiadas, 33. De igual forma se redujo la cantidad de asociaciones de productores a los que se les asignó cuota: mientras en el ciclo 2007-2008 hubo 40 grupos, para el próximo ciclo hay sólo 29.
Negocio digitado, cada vez concentrado en menos manos.
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Carlos R. Brown
Diputado Nacional
Carlos R. Brown
Diputado Nacional
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