martes, 2 de abril de 2013

Caravana Nacional Antinuclear .


Viernes 5.
Capital Federal: 
Hora: 17:00

Lugar: Desde Plaza Mitre, (Justa Lima y Rivadavia), ciudad de Zarate hasta la central de Atucha.
Motivo: Por el cierre total de las plantas nucleares en Argentina. 
Reseña: La llegada a Atucha está prevista para las 18:00 horas, donde hablarán representantes de las distintas agrupaciones convocantes y se leerán las adhesiones. Se retorna en caravana hacia la plaza central de Zárate, Plaza Mitre, donde se informará sobre la energía nuclear y se repartirán folletos informativos.
No es posible aplicar el concepto de soberanía energética en un país estructurado bajo un proyecto no soberano que no respeta la autonomía de sus pueblos ni las decisiones de su propia gente. En el marco del IIRSA, (la infraestructura logística y energética necesaria para dar soporte al proyecto extractivista en toda América latina), se encuadran los nuevos proyectos de las próximas centrales nucleares en Lima. En ese contexto donde poco importan las decisiones soberanas de los pueblos acosados por la minería a cielo abierto, las pasteras y el desmonte que habilita la expansión de la frontera sojera, pasan desapercibidos los riesgos latentes vinculados a la operación de los reactores nucleares aun habiendo caducado la vida útil operativa para la cual fueron diseñados. Porotos para cerdos, minerales para sociedades con una cultura cuyo consumo nos supera hasta 20 veces más, pasta para hacer papel en el extranjero a cambio de hermosos pinos ubicados simétricamente en donde antes había un ecosistema. ¿Energía para qué? ¿De qué manera obtenerla? ¿A qué costo? Nadie parece demasiado preocupado de tener a una Argentina, en un horizonte a veinte años, con los suelos agrícolas agotados, los ríos subterráneos infiltrados con cianuro, las aguas de las altas cumbres en manos de corporaciones extranjeras con vínculos militares. Ni tampoco nos llaman demasiado la atención el futuro de los reactores nucleares y sus residuos radioactivos, que en el mejor de los casos, quedarán encofrados y custodiados de por vida o abandonados del mismo modo que la CNEA lo hizo con el basurero radioactivo de Ezeiza o con la mina de uranio en Mendoza. La energía nuclear en algún momento dejará de ser, ya sea porque las centrales tienen una vida útil limitada, o porque se agota el uranio, que como recurso no renovable hace cada vez menos competitivo el costo operativo, o porque simplemente un escape radioactivo ha contaminado Zárate, Campana, Gran Buenos Aires, Capital Federal, etc., etc. Estamos seguros que así será, la energía nuclear dejará de ser en un corto plazo. Claro está, que el problema es que no sabemos a qué costo. Para una tecnología de descarte que genera basura radiactiva bajo el pretexto de no generar CO2 y que se basa en un mineral que debido a su escasez se encuentra tan diseminado que sólo pueden extraerlo mediante explosiones a cielo abierto, las preguntas siguen siendo las mismas, ¿para qué asumir semejante riesgo? ¿Y quién se abroga el derecho de asumirlo por nosotros? ¿No sería más razonable agotar hasta el último centavo en el desafío inevitable de descubrir todas las posibilidades de las tecnologías limpias en un país de extensas costas, vientos constantes y desiertos de incesante sol?
El tiempo es ahora. Por nuestros hijos, por todas las generaciones futuras, por nuestra tierra. No esperemos que nadie lo haga por nosotros. No esperemos a que se instalen. "La industria nuclear necesita con más urgencia al cambio climático que el cambio climático a la energía nuclear". Así Nature -quizás la revista científica más renombrada del mundo- comentó en el año 2007: "Si queremos detener el calentamiento global catastrófico, ¿por qué deberíamos de elegir la opción más lenta, más cara, menos eficiente, menos flexible y más riesgosa? Actualmente, la energía nuclear es un mero obstáculo en la transición a un abastecimiento eléctrico sostenible".

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