El desplazamiento de ambos del primer plano del poder tendría mucho que ver con el intento cristinista de apoderamiento de la imagen del Papa Francisco. Horas antes de ser entronizado, el Santo Padre recibió en Roma a la presidente en un almuerzo. Allí, entre otras cosas, habría rodado la cabeza del periodista emblema del cristinismo, dedicado en esos momentos a las continuas agresiones al entonces Arzobispo de Buenos Aires, por sus supuestas vinculaciones con la desaparición de personas durante el proceso militar. Al volver de Roma, ella les anunció a sus íntimos que Verbitsky era "era una piedra en el zapato" para su plan de aproximarse al Papa. Según una versión, luego habría tendido duras palabras hacia el periodista. "Horacio, a partir de ahora te recibo cuando yo quiera y si hablás con algún ministro a mis espaldas lo echo inmediatamente y no soporto tus críticas cuando ataco a los jueces por la puerta giratoria por donde salen los delincuentes", le habría dicho. Entonces Verbitsky se habría dado cuenta de lo cara que le estaba costando no sólo su guerra contra Bergoglio, sino la critica anterior del CELS a unos dichos de Cristina sobre que los jueces dejan en libertad a los delincuentes. Luego vinieron las críticas parciales de aquél a la reforma judicial, que obligaron a que el Congreso modificara el proyecto original.
El resultado de esta incipiente crisis fue que el Secretario de Seguridad Sergio Berni asumiera cada vez más protagonismo mientras Garré no era consultada para estos cambios cosméticos del discurso de la seguridad. Pero había, además, otro factor: a instancias de Verbitsky, ella soñaba con ser la sucesora de Cristina como una especie de Dilma Rousseff rioplatense.
Punto final
Todos estos hechos sellaron la suerte de la devaluada ministra de seguridad, que se quedo también sin el apoyo de Hebe de Bonafini y Estela Carlotto, que se sumaron al proyecto para apoderarse del Papa Francisco. Los mandos de La Cámpora, por su parte, se acomodaron rápidamente a la nueva situación. Tanto el "Cuervo" Andrés Larroque como el Secretario de Justicia, Julián Álvarez, le dieron vuelta la cara a Verbitsky. Sin poder propio, Puricelli resultó beneficiado con la cartera de seguridad, luego de haber trabajado en Defensa haciendo caja, tal vez para comprar voluntades de diputados y senadores para la re-re, como parte de un megafondo en negro que el gobierno estaría formando para el 2014. Como se advierte a simple vista, el discurso garantista prácticamente desapareció de la boca de Cristina. Esto, para disgusto de Eugenio Zaffaroni y también de Diana Conti. Esta última, más viva, se olvidó de Stalin y el garantismo y es la fundadora del club de la re-re presidencial. Ahora a Verbitsky no le queda otra que apoyar al gobierno desde afuera. Pero su función como el Veraz de las fuerzas armadas y de seguridad terminó. Y hasta quizás vuelva a ser periodista.
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