UCR: "Esta Democracia está carcomida por la vanalidad de los funcionarios"
opinión
Hace 30 años que los argentinos iniciamos el camino del régimen democrático. En la Argentina ya nadie discute que el origen del gobierno radica en el pueblo y que la soberanía popular se expresa a través de elecciones. Este es el bien más importante conquistado por los argentinos bajo la conducción republicana del Presidente Raúl Alfonsín. Allí creíamos que empezaba a modelarse el sistema político que nuestro líder democrático señalaba en la H.Convención Nacional de Parque Norte en 1985 cuando sostenía:
“La fundación de un sistema político ...será estable en la medida en que se traduzca en la adopción de rutinas democráticas asumidas y practicadas por el conjunto de la ciudadanía. Las normas constitutivas de la democracia presuponen y promueven el pluralismo y, por lo tanto, la pacífica controversia de propuestas y proyectos acerca del país que anhelamos. Los objetivos antes enunciados, cuya síntesis cabe en la fórmula de una sociedad moderna, participativa y éticamente solidaria”. Los aniversarios sirven para hacer balances y no siempre estos resultan agradables. Lo bueno es que no hemos retrocedido: en las elecciones de este año, el pueblo argentino ratificó su vocación democrática poniendo límites republicanos a quienes gobiernan. La Constitución Nacional acota al poder. Ella no será reformada para facilitar un nuevo mandato a la Presidente. Otra vez la ciudadanía usó el poder del sufragio para restringir la voluntad de los gobernantes. Y eso está bien. Esa es la rutina democrática de las que nos hablaba el Presidente Raúl Alfonsín. La libertad política sigue teniendo validez en la Argentina, valor fundamental que permitió enfrentar la crisis político institucional de 2001 sin quiebra del régimen democrático.
Pero hay cuestiones pendientes porque se ha retrocedido en cohesión social, en el reconocimiento del valor de la estatalidad. La violencia de los saqueos y la reacción policial corporativa de este diciembre nos muestran el debilitamiento de la solidaridad y el civismo.
Convocamos a los radicales para que desde sus lugares de militancia política, gremial, universitaria, institucional, lleven adelante las acciones que impidan retroceder a la sociedad de la que hablaba Alfonsín en Parque Norte cuando decía refiriéndose a la Argentina del siglo XX:
"La sociedad se fue transformando en una suma de agregados sociales que acumulaban demandas sobre el Estado y se organizaban facciosamente para defender sus intereses particulares. El resultado de esa corporativización creciente fue una sociedad bloqueada y un Estado sobrecargado de presiones particularistas que se expresaba en un reglamentarismo jurídico cada vez más copioso y paralizante, al par que sancionaba sucesivos regímenes de privilegio para distintos grupos. Los costos de funcionamiento de una trama social así organizada sólo podían ser financiados por la inflación que, como veremos, se transformó entre nosotros en la forma perversa de resolución de los conflictos”. Debemos hacer todos los esfuerzos necesarios para favorecer la integración nacional, el diálogo plural entre los demócratas y la búsqueda de la cohesión social perdida.
La democracia peligra cuando los miembros de una sociedad no se reconocen como integrantes de un destino común y cuando los políticos son reemplazados por aventureros que gobiernan el estado.
La altísima corrupción que se enseñorea en el gobierno nacional y en muchos gobiernos provinciales, la persecución a jueces y fiscales que la investigan, el debilitamiento constante de un estado cada vez mas incapaz de resolver problemas, la lógica del populismo que ha transformado a ciudadanos en clientes y la irrupción del narcotráfico como un problema mayúsculo, cuyas redes involucran a funcionarios políticos, barras bravas, punteros y empresarios con vinculaciones gubernamentales, nos obligan a convocar a todos los radicales y partidos afines a defender a esta democracia carcomida por la venalidad de los funcionarios públicos. A lo que se agrega la abdicación en la política de derechos humanos implícita en el sostenimiento del jefe del ejército implicado en causas de lesa humanidad y de enriquecimiento ilícito y cuyo único mérito consiste ostentar hace muchos años la jefatura de los servicios de inteligencia militar.
Nosotros y nuestros amigos de otros partidos debemos ser serios y no caer en los juegos electorales que nos apartan de los graves problemas que los argentinos tenemos. Es hora de enfocarnos en lo que nos pasa y abandonar las visiones empobrecidas de la política electoral que dan presencia mediática pero nos alejan de nuestras obligaciones de defensa, sostenimiento y promoción de una democracia social y republicana.
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