RAZONES PARA UN SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO
“Si queremos paz, debemos cuidar las armas; si las deponemos jamás tendremos paz”.
Cicerón
ALGUNAS CONSIDERACIONES PRELIMINARES
En el mes de enero de 1983, cuando los argentinos nos encaminábamos hacia un nuevo proceso democrático, Raúl Alfonsín anunciaba públicamente su proyecto de "desmalvinización", al afirmar el día 25 en una nota del diario La Prensa, que ocupar las Islas Malvinas había sido "un error", y que Londres sólo negociaría con un gobierno democrático.
Tratábase, en realidad, de un mensaje perfectamente claro que prenunciaba la política de desmalvinización y de desarticulación del aparato militar, que fue debidamente tomado en cuenta por los intereses a quienes estaba dirigido.
Más aun, los asesores jurídicos del radicalismo -entre otros: Malamud Goti, Nino, Schifrin, D’Alessio, Gil Lavedra, Paixao- estaban ya pergeñando la puesta en escena de un teatral juicio al estilo de Nüremberg (1), que le confiriera a Alfonsín cierto prestigio internacional, y facilitara en lo interno, el oprobio y desmantelamiento de las FFAA.
A tal efecto, los militares debían aparecer como la encarnación kantiana del Mal, como asesinos de la dignidad humana, cuyas iniquidades debían ser castigadas aun contrariando principios elementales del derecho al aplicárseles una justicia retroactiva (2), y además violatoria de la Constitución Nacional, al juzgar su accionar con tribunales ad hoc.
Cuando Carlos Menem, quien desgobernó la Argentina durante una década, en aras de algún espurio y fugaz rédito derogó por decreto la Ley 17.531/57 de Servicio Militar obligatorio, además de sepultar un instituto centenario, lo que estaba haciendo en realidad era asestar el golpe de gracia a las FFAA, que son pilares en toda nación organizada, por cuanto aquellas se nutren de ésta y constituyen la defensa armada de su soberanía.
Así precipitó la cuenta regresiva del proceso de metástasis social que iniciara Raúl Alfonsín; carcinoma que por lo visto aun no ha culminado, desconociéndose cómo y cuándo lo hará.
Como sociedad, deberíamos asumir que en algún lugar hemos extraviado el rumbo, y que es preciso desandar lo andado.
Pero la realidad, como siempre, nos golpea: nadie puede imaginarse a alguno de nuestros políticos sugiriendo reinstalar el Servicio Militar Obligatorio.
Mucho menos en una sociedad signada por la cultura del menor esfuerzo y la banalidad; con una dirigencia que antes de poner manos a la obra en determinada empresa, mide la importancia y alcance de los costos políticos.
Nada se hace si no es en virtud del impúdico beneficio propio. Sólo basta con mirar hacia atrás, para que caigamos en la cuenta de que estamos mucho peor que antes de aquel 6 de marzo de 1994, en que Omar Carrasco fue asesinado.
RAZONES HISTORICAS
Los Regimientos de Línea estaban conformados por enganchados y destinados.
Los primeros serían lo que hoy conocemos como “voluntarios”, y servían tres años en infantería o cuatro en caballería o artillería. Percibían una asignación mensual que variaba según el Arma y el tiempo de servicio.
Como el "enganche" no cubría las necesidades del Ejército, el 30 de Octubre de 1858, se sancionó una ley que sería precursora del Servicio Militar Obligatorio, que entre otras consideraciones, decía que “los vagos y mal entretenidos, los que en día de labor se encuentran habitualmente en casas de juego o en tabernas, los que usen cuchillos o arma blanca en la capital y pueblos de campaña, los que cometan hurtos simples o los que infieran heridas leves, serán destinados al servicio de las armas por un término que no baje de dos años ni exceda e cuatro”.(3)
En las postrimerías del siglo XIX, el gobierno del presidente Julio A. Roca se enfrentaba a la ciclópea tarea de materializar la tan ponderada unificación nacional. Su ministro de Guerra, el Cnl Pablo Ricchieri, tenía además, la firme convicción de que se debía reestructurar y modernizar al Ejército, convirtiéndolo en una formidable herramienta para el dominio soberano de la Nación, que también fuera disuasoria de cualquier amague externo.
En su interior albergaba la idea de implementar un Servicio Militar Obligatorio, que se convirtiera en un elemento de comunión para los hijos de las distintas regiones y orígenes de la Patria.
En palabras del mismo Ricchieri, el SMO estaba llamado a convertirse en "un poderoso instrumento de moralización pública...", toda vez que el objetivo principal no era que los jóvenes aprendieran sólo a manejar un arma y desfilar, sino que tuvieran una única identidad nacional, forjada en un ámbito de disciplina, de principios éticos y morales.
Mientras perduró, tuvo una inmensa y nunca bien valorada función educadora y social, pues en una sociedad que quiera prosperar no debe haber ignorancia, y sus hombres deben ser personas de bien, con una sólida formación moral.
Con esa filosofía, las FFAA, asistieron sanitariamente, educaron y formaron a millones de jóvenes argentinos, inculcándoles junto al amor a la Patria, una escala de valores, principios de urbanidad y de aseo, ya que muchos no conocían, por ejemplo, un cepillo de dientes. Otros tantos aprendieron las primeras letras que los integraran con la comunidad, o un oficio que les permitiría abrirse camino en sus vidas.
Pero fundamentalmente y sin ser su razón esencial, ayudó generaciones enteras de argentinos a comprender cabalmente el significado de ser un ciudadano, y de ser iguales ante la LEY, que si bien da derechos, también impone obligaciones.
El heterogéneo contingente que cada año se incorporaba a las distintas unidades en toda la Patria, unía a porteños con provincianos; analfabetos con instruidos; descendientes de inmigrantes con criollos, hijos de familias acomodadas con aquellos que nunca habían tenido cuatro comidas al día.
Era pues natural que los primeros tiempos fueran de incertidumbre y regionalismos, de camarillas y rivalidades.
Pero la vida militar imbuye a los hombres algo que pocos entienden, y que en ninguna góndola de la economía de mercado se puede conseguir: el Espíritu de Cuerpo.
RAZONES GEOPOLITICAS
Así como la guerra es la continuación de la política a través de las armas, las guerras modernas sólo se ganan cuando se logra quebrar la voluntad adversa del enemigo.
El Nuevo Orden Mundial y la Globalización propugnada por intereses multinacionales, la desidia de una sociedad enferma terminal, la corrupción que genera miseria, ignorancia y carencia de valores, sumadas a la ausencia de Justicia, son factores que irremediablemente conducirían a cualquier nación empobrecida a la balcanización.
En tal sentido, la acción psicológica de intereses anglo-americanos, se ha desarrollado siempre sobre la estrategia de provocar pequeñas guerras civiles controladas, hacedoras de caos social, como en el pasado en India, Birmania, África, Oriente Medio; luego en el Sudeste Asiático, Sierra Leona, Costa de Marfil, Congo y Angola; como también en Sudamérica y más recientemente las guerras secesionistas de la ex Yugoslavia.
Si quisiéramos hacer una semblanza e imaginar cuál sería nuestro destino como nación, recordemos que el trágico período de guerras civiles conocido la Anarquía del Año XX nos costó perder el Alto Perú, Paraguay y la Banda Oriental.
”…es preciso que el servicio militar sea obligatorio de verdad para que todas las clases sociales estén representadas en las FFAA… y aquellos que por distintas causas no estén aptos por vigor físico o capacidad intelectual... pasarán a trabajar en proyectos sociales en cualquier punto del país..."
Esta afirmación no corresponde a ningún nostálgico militar argentino, ni a la Ley Ricchieri, sino al Ministro de Asuntos Estratégicos del Presidente Lula da Silva, el filósofo Roberto Mangabeira Unger.
Asimismo, agregó el ministro, que "existe consenso entre dirigentes civiles y militares de que el servicio militar obligatorio debe ser mantenido y profundizado”, porque su país necesita tener un escudo “no sólo contra las agresiones sino contra las intimaciones"; y a la luz de ciertas pretensiones hegemónicas de fantoches regionales, o de imperialismos transnacionales, poder “decir que no cuando deba decir que no".
En esa estrategia el gobierno brasileño duplicó en 2008 el presupuesto militar, y acaba de firmar un acuerdo con Francia para la adquisición de casi 14.000 millones de dólares en equipamiento militar; cifra que supera holgadamente las compras de Chile, Venezuela y Colombia juntas.
Para la administración de Lula es preciso que las Fuerzas Armadas recuperen su poder "de disuasión", y al mismo tiempo “propender al desarrollo integral de la industria nacional, como proveedora de los insumos y equipos”.
En tanto, el ministro de Defensa, Nelson Jobim, en una ceremonia de entrega de aviones Mirage a la FAB; consideró que esta readecuación militar permitirá superar las desventajas regionales.
Es innegable que estamos ante la reacción brasileña luego del anuncio de EE.UU. de aumentar y ampliar sus bases en Colombia y de que el Departamento de la Defensa instruyera al Comando Sur para reactivar la IV Flota y patrullar tanto el Caribe y el Pacífico como el Atlántico Sur.
No es un secreto que Brasil, como potencia emergente sudamericana, ha promovido en la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) la creación de un Consejo Sudamericano de Defensa, toda vez que para el Planalto, una alianza militar sin injerencia de Washington evitaría que se internacionalicen futuras crisis como la colombiana, y así se intente legitimar el principio de “ataques preventivos” en una hipotética guerra contra el narcoterrorismo en un Cono Sur de enorme importancia geopolítica.
Pero en tanto que la diplomacia brasileña fomenta la creación de una fuerza militar conjunta latinoamericana, EEUU desarrolla una nueva doctrina estratégica basada en alianzas con países sudamericanos, en un marco de inminentes pugnas feroces por la energía y los recursos naturales, tan importantes como el agua.
No es casual que mister Tony Blair, ex Primer Ministro británico devenido en lobbysta, haya anunciado en una reunión parlamentaria del G8 en Tokio, que Brasil debería contar con “ayuda internacional” para proteger el Amazonas, el Acuífero Guaraní, y podemos inferir que también las reservas de petróleo recién descubiertas en el océano Atlántico por Petrobras.
La Argentina en cambio hoy se encuentra inerme, y no deberíamos desdeñar la amenaza que implica la eventual embestida de corporaciones multinacionales con gran poder económico y político que, como en nuestro caso, supera al de varios estados.
Lo alarmante es que éstas mayormente materializan sus estrategias a través de acciones armadas, contando con ejércitos privados y “servicios” tan poderosos, que tienen la capacidad de generar y combatir mafias, o simplemente promover la insurgencia que derroca gobiernos que no acepten sus recetas.
RAZONES ECONOMICAS
En un país desbastado como el nuestro, el cumplimiento del Servicio Militar Obligatorio tendría una incidencia fundamental en el proceso de mejoramiento económico, no sólo por las industrias que genera, sino también por la cualificación laboral de las próximas generaciones de argentinos.
Este fenómeno es comprensible desde un enfoque macroeconómico del asunto, toda vez que sólo mejorando la calidad y el volumen de nuestro mercado laboral, mejorarán entre otras variables, el empleo, la estabilidad de precios, la producción y la “distribución de la renta”, tan pregonada desde los atriles de Balcarce 50.
El desarrollo pleno de una economía se sustenta tanto con factores inmediatos como mediatos, es decir, de elementos actuales, como futuros que no necesariamente sean consecuencia directa de aquellos.
Va de suyo que, merced a un intensivo plan de formación profesional, el Servicio Militar Obligatorio debería ser apreciado más que como un pesado lastre, como una inversión que efectiva y sanamente ha de incidir en nuestros jóvenes, tanto en sus cualidades las morales como en el desarrollo de aptitudes y conocimientos técnicos.
En la Argentina del siglo XXI, casi la quinta parte de los niños que ingresan a la escolaridad primaria provienen de familias cuyos padres JAMAS trabajaron, en virtud del clientelismo desarrollado en más de veinticinco años de gobiernos populistas, que en lugar de fomentar la creación de fuentes laborales, desarrollar medios de comunicación vial y proyectos de producción, dilapida la contribución de los que trabajan; forjando desde aquella legendaria Caja PAN hasta nuestros días una generación de parásitos sociales.
No es por falta de recursos, sino por la absoluta carencia de moral, que mueren niños desnutridos en un país exportador de alimentos.
Aquellos que se incorporen al SMO deberían ser instruidos militarmente en el lapso de un año en la más estricta disciplina, como corresponde a toda institución armada.
Luego de dicho periodo –o durante el mismo-, deberán recibir escolaridad primaria y/o secundaria según el caso, tras lo cual optarán por programas de instrucción que comprendieran materias como carpintería, construcción, metalúrgica, enfermería, producción textil y alimenticia, mecánica, tornería, electricidad y electrónica, agricultura y zootecnia, sistemas, etc.
Estructuras edilicias hay de sobra: antes que terminen de rematar los predios de las FFAA, o que instauren más museos de la desmemoria, sería apropiado darles una verdadera utilidad, en donde los soldados que tuvieran conocimientos adquiridos antes del ingreso, asistan como furrieles especialistas a quienes instruyan a aquellos que se están formando; desplegando la Compañía a partir de allí, una valiosa actividad social en zonas carenciadas, en emergencia, o afectadas por factores fortuitos.
Las Fuerzas Armadas se nutren del pueblo al cual pertenecen y protegen. Pueblo y FFAA son una sola entidad siendo éstas el brazo armado de aquél.
Quienes cumplan con el SMO podrán desarrollarse profesionalmente en un adecuado y necesario marco disciplinario, forjador de la tan necesaria escala de valores hoy desconocida por muchos, adquiriendo tanto el conocimiento de una determinada materia, como también instruyéndose para ejercer el no menos valioso deber-derecho de “armarse para defender a la Patria”, imbuidos del más noble sentimiento que el hombre pueda tener, aquel que nos hace ofrendar la propia vida sin esperar reconocimiento alguno.
En sentido objetivo, el servicio militar es de vital importancia a mediano plazo, tanto para la seguridad de la Nación, como para el desarrollo individual de aquellos que prestarán servicios profesionales o técnicos a la sociedad a la que pertenecen, desarrollando las potencialidades adquiridas en el servicio, o ampliando y/u optimizando las que ya traían al ingresar, tanto en beneficio de la Patria y de la Institución a la que estén incorporados, como de ellos mismos.
RAZONES MORALES
A diario, las noticias dan cuenta del incremento de la violencia juvenil en las calles, las escuelas o a la salida de una discoteca, siendo éste otro estigma más de la generalizada corruptela de una sociedad con evidentes síntomas de descomposición moral.
La Argentina se ha convertido hoy virtualmente en tierra de narcos, donde grupos de adolescentes asesinan en cualquier esquina a un ser humano porque no pagó un “peaje”. Es que nadie se da cuenta de que la peor crisis es la moral?
Los padres de familia ya casi no tienen autoridad sobre sus hijos.
No existen límites, ni la familia funciona como factor moral de contención.
El Servicio Militar Obligatorio estuvo siempre en el centro de todas las discusiones éticas y morales, pues para algunos representa una limitación a la libertad del hombre, valor fundamental de los derechos humanos.
Al menos, eso es lo que desde hace tiempo nos quieren hacer creer los intereses foráneos y nuestros idiotas útiles, a través de una intensa campaña psicológica.
En tal sentido, nosotros mismos deberíamos comenzar por admitir que la libertad para ser tal, ciertamente tiene múltiples limitaciones, y que las mismas hacen plantearnos en qué consiste la verdadera libertad como valor fundamental.
Las sociedades se cimientan sobre la base de normas éticas, morales, culturales y de derecho positivo.
Y en lo que respecta a la actuación del hombre en esa sociedad, es menester un esquema jurídico que regule sus actos, limitando su libertad en aras del bienestar común y la paz social.
El Estado tiene y debe utilizar los medios legislativos destinados a tal efecto, pues esa es su función y su razón de ser. Si bien es verdaderamente complejo efectuar un análisis objetivo sin que alguien se sienta rozado por un tema tan delicado como son los derechos humanos, éstos en modo alguno justifican el incumplimiento de una obligación, que en este caso está por encima de todo, y es el llamado de la Patria.
RAZONES SOCIALES
El Imperio romano se extendió durante trece siglos, dejando para la humanidad un legado cultural insoslayable. Para ellos –como para cualquier otra civilización- el respeto irrestricto a los mayores tenía características institucionales.
De hecho, el único organismo de gobierno que conservaron durante las distintas etapas de su evolución desde la monarquía hasta el imperio, fue el Senado (del lat.. senex/anciano) que era un “consejo de ancianos” cuya influencia en el desarrollo del imperio fue transcendente.
Este colegiado tenía además la potestad de nombrar un dictador y determinar cuándo era necesario el nombramiento y quién debía ejercer el cargo.
Así en una escala menor, el ”pater familiae” era respetado en sus facultades y potestades cualquiera fuese su edad.
He aquí la razón por la cual el respeto a las instituciones estaba tan arraigado en esa sociedad, y la razón de que pervivan sus enseñanzas.
Alarmados vemos que delincuentes cada vez más jóvenes, ingresan a una vivienda donde viven ancianos que, luego de haber laborado duramente toda su vida, son molidos a golpes, torturados y asesinados para robarles lo poco que puedan aun conservar; irradiados de su comunidad porque ya no están mas incluidos en el “mercado productivo”.
Qué elementos tiene nuestra sociedad para poner límites a esto?
De qué hogar provienen los sujetos que así actúan?
Son de alguna forma reeducables?
Quien no respeta a sus mayores no respetará jamás a sus padres, a un funcionario, un policía, un magistrado, una institución, un gobierno, o una sociedad.
A los argentinos nos cuesta cada vez más respetar las normas, sean éstas meramente sociales, morales, de tránsito, educativas, civiles, penales, éticas, deportivas, de convivencia, o de respeto a los mayores.
Sabido es que las sociedades se yerguen sobre estructuras normativas que necesariamente deben ser observadas por sus individuos, so pena de ser pasibles de condenaciones, que van desde las mínimas como la recriminación o el reproche social y las pecuniarias, hasta las privativas de la libertad.
Pero la solución no pasa por encarcelar gente.
Hay que educarla, formarla en la cultura del trabajo, generar empleo, y darle dignidad para poder exigirle hábitos de conducta después.
Como el altruismo, la delincuencia es inherente a la esencia misma del hombre.
Puede nacer en cualquier ámbito.
Pero es ferozmente brutal cuando proviene de seres marginados, criados en un ambiente de resentimiento.
A este cóctel de injusticia social, hambre, ignorancia, promiscuidad y carencia de valores se le han sumado las drogas, cada vez más fáciles de conseguir, con lo cual el delito ya no volverá a ser lo mismo que antes.
Es verdad que muchos potenciales delincuentes fueron incorporados a las fuerzas armadas en virtud del SMO.
Como también es verdad que muchos de ellos se redescubrieron a sí mismos en la vida cuartelaria: el trato firme, las privaciones, el rancho, los castigos, la solidaridad, la milonga, el furtivo pan compartido, el capellán, la camaradería, las anécdotas después del toque de Silencio, la amistad que nace del simple hecho de prestar un birrete, y tantos etc. convirtieron en hombres de bien a quienes pudieron no haberlo sido.
RAZONES PROFESIONALES
Luego del asesinato del conscripto Omar Carrasco, la conducción política de entonces, decidió que se debía “suprimir el SMO y profesionalizar las FFAA”.
Pero a fuer de ser claros, hemos de estar de acuerdo en que no se han profesionalizado en absoluto; antes bien, casi no existen.
Es que en aquellas políticas que muchos ven como una burda persecución ideológica contra viejos soldados, en las cuales se defenestra a las FFAA/FFSS, en realidad hay un prolijo y sistemático plan gramsciano para que la Nación quede desarmada ante el incontenible avance del narcotráfico y sus múltiples meganegocios conexos.
Tal vez deberíamos tomar nota del ejemplo que nos da uno de los ejércitos más profesionales y efectivos del mundo, el israelí, en donde el servicio militar es obligatorio y dura tres años..
Esencialmente, sociedad y Ejército son una unidad, ya que una gran parte de quienes han cumplido con el SMO, sirven luego periódicamente durante muchos años.
Y debido a que los soldados a menudo tienen rangos que no se corresponden necesariamente con su condición en la vida civil, las FFAA de Israel se han convertido en una efectiva fuente de igualdad social y contribuyen a la integración de individuos de diferentes sectores.
Si bien siempre han contado con apoyo exterior, y mejores sistemas de armas que los de sus enemigos, las Fuerzas de Defensa de Israel tienen como ventaja principal la alta calidad de sus tropas, su motivación y entrenamiento intensivo.
Además las FDI se han hecho cargo de una variedad de funciones para la sociedad en general: con servicios especiales a los nuevos inmigrantes, elevando los niveles educativos para los adultos que no recibieron educación básica en sus países de origen, proveyendo maestros para los poblados en desarrollo, ayudando a las zonas desaventajadas y respondiendo a situaciones de emergencia en el sector civil.
A diferencia de la mayoría de los ejércitos del mundo, en Israel el Ejército comienza a seleccionar a sus candidatos para las unidades de élite, antes de que éstos terminen sus estudios secundarios.
Deben pasar por una fase de selección en donde deben superar rigurosos exámenes físicos e intelectuales. De los cientos de aspirantes, sólo medio centenar supera el ingreso, y de ellos menos de la mitad serán integrados a las unidades de fuerzas especiales.
Una vez finalizado el servicio militar, el soldado puede reintegrarse a la vida civil en condición de reservista, obligándose a volver al ejército cada año durante un periodo de casi un mes, para actualizar su especialización. (4)
TODAS LAS RAZONES, UNA SOLA RAZON
Hoy asistimos impotentes a la angustiante y progresiva degradación de nuestros jóvenes, quienes además carecen de referentes genuinos y de parámetros sociales y culturales adecuados; siendo en muchos casos la adicción a las drogas que se comercializan impunemente, la escapatoria obligada para sus frustraciones.
Ello es en virtud de la gran cantidad de “cocinas” elaboradoras de drogas que han proliferado en el conurbano bonaerense, y cuyos desechos son utilizados para la elaboración del "paco" de rápida acción adictiva, y de desempeño mucho más letal que las otras.
A su vez, es patético ver que nuestras Fuerzas de Seguridad se encuentran maniatadas, toda vez que, a estas alturas, a nadie escapa que no hay intención alguna del poder constituido de implementar políticas represivas del narcotráfico.
Más bien todo lo contrario: nos encaminamos hacia el abismo social en el que las guerras de narcos serán moneda corriente.
El próximo paso será instalar el debate de políticas abortistas, y aceptar que los carteles de la droga y gobiernos extranjeros puedan "colaborar", para elegirnos un presidente.
Así han conseguido que los jóvenes estén hoy a la deriva; y es ese un mal pronóstico, toda vez que una nación que no resguarda y forma a sus jóvenes adecuadamente, está destinada irremediablemente a extinguirse.
En tal sentido, el SMO está llamado a ser el vehículo propulsor de una profunda, necesaria y urgente reforma moral, económica y social.