La medida busca captar liquidez y así disminuir el nivel inflacionario y la presión sobre el dólar. Economistas creen que si bien la medida es buena, no alcanza para lograr sus objetivos finales.
Las tasas suben a 28,5% y 28,8% para los plazos fijos a 70 y 91 días respectivamente. La medida, dispuesta por el Central, tiene la intención de liberar la presión sobre el dólar, buscando que el argentino apueste al peso, y así aliviar la pérdida de reservas a la que se vio sometido por tener que intervenir en la plaza cambiaria para evitar una escalada de la divisa.
La decisión, sin embargo, llega en medio de un clima de incertidumbre y temor empresarial con respecto a la caída de los niveles de inversión y empleo, trayendo consecuentemente un descenso de la actividad económica.
Algunos economistas consideran que las tasas deberán llegar al menos al 30% para que la oferta de apostar al ahorro en pesos sea atractiva, aunque estos son los más optimistas. Los representantes del pesimismo económico afirman que aún con tasas al 30%, la opción de resignar liquidez depende de otros factores, tales como la confianza y las expectativas desinflacionarias.
Por el momento, las tasas siguen siendo negativas contra las expectativas de inflación y devaluación, y por ende no alcanzan estos niveles para contener la presión contra el dólar oficial ni contra el paralelo.
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