sábado, 8 de febrero de 2014

Cri$tina sigue con su parloteo mientras la nación se hunde.

El reciente discurso de Cristina, bajo la lupa

La presidente hizo anuncios sobre aumentos a jubilados y en las asignaciones escolares, pero sobre todo valoró la situación política y económica, y trazó sus orientaciones. Conviene analizar sus dichos, virtudes y límites.
Otro aspecto polémico fue su reto público a Caló, secretario de la UOM y de la CGT oficialista, quien había expresado en días previos que la inflación se había comido el salario y que los trabajadores pasan necesidades.
Por Emilio Marín
06/02/14.- El mensaje de la presidenta, el martes, concitó una expectativa mayor. Era el primero que daba luego de la devaluación del 24 de enero, con su impacto negativo en alza de precios e inflación. Algunas usinas de rumores, de la oposición más delirante, deslizaban que quizás la convocatoria pudiera tener que ver con algún adelanto de las elecciones.


Esa clase de anuncios obviamente no existieron. Los que alentaban esa posibilidad quedaron desairados. Ministros como Agustín Rossi y Florencio Randazzo habían manifestado que este gobierno seguirá hasta el último día. Y lo reiteró la presidenta, no en el Salón de las Mujeres sino en su recorrida por los patios de la Casa Rosada, cuando arengó a los jóvenes. Les dijo que "intentan derrumbarme: conmigo se equivocan".

El suyo no fue un retorno cualquiera a la Casa de Gobierno. Lo hizo con anuncios que benefician a más sectores populares, pues 7.3 millones de jubilados tendrán un aumento del 11,3 por ciento a partir de marzo, que llevará sus haberes mínimos a 2.757 pesos. El retoque se hace dos veces al año, por ley, y desde que comenzó a regir las jubilaciones mejoraron 300 por ciento.

En esa parte hubo un innecesario maltrato con el diputado Héctor Recalde, quien tuvo el coraje de separarse de su viejo aliado Hugo Moyano para defender a este gobierno. "¿Dónde anda Recalde? Porque él no estaba de acuerdo con el sistema de actualización cuando se discutió la ley" dijo la presidenta, rozando a un aliado. Recalde no fue el único amigo al que le zumbaron las orejas. A Antonio Caló le fue peor.

El otro anuncio importante fue que se llevará a 510 pesos la asignación por escolaridad que se cobrará en marzo. Supondrá un aumento del 200 por ciento para algo más de 3 millones de alumnos de familias con un ingreso total menor a 30.000 pesos mensuales o de uno de sus miembros menor a 15.000.

Esas medidas, a las que habría que sumar el plan Progresar, de enero pasado, con el que se alentará a jóvenes de 18 a 24 años a no abandonar sus estudios, con una asignación de 600 pesos, demuestran que el gobierno kirchnerista sigue con políticas favorables a sectores populares, muchos de ellos humildes.

Méndez caracúlico

En oportunidades anteriores CFK había cuestionado conductas del empresariado, por captar ganancias extraordinarias sin hacer inversiones, o por arrimarse a posturas negativas de la oposición política o por tener puntos de vistas corporativos.

Esta vez arremetió en términos aún más duros contra los que remarcan precios sin razones valederas. ?No vamos a permitir que sigan saqueando el bolsillo de los argentinos?, les advirtió. Sobre la inconducta empresaria puso ejemplos de alto voltaje político, como cuando mencionó la cadena de supermercados que en Río Gallegos tiene a la bolsa de cemento a 100 pesos, cuando en Caleta Olivia vale 50. Ese tiro fue para el diputado radical Costa, dueño de la cadena. Otro fogonazo partió hacia el empresario y ex presidente Ramón Puerta, aliado de Macri y el peronismo conservador, pues como productor misionero tiene a trabajadores en situación de esclavitud laboral (lo ilustró con una tapa de Página/12 del día anterior).

Aquellas críticas no deben haber sido del agrado de Héctor Méndez, el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), sentado en primera fila del acto, caracúlico.

Mucho menos puede haberle gustado al susodicho la referencia presidencial a que durante diez años el gobierno había apostado "a lo que nunca hubo en la Argentina: la construcción de una burguesía con conciencia nacional". Fue como decirle al presidente de la UIA: ustedes, o al menos buena parte de sus asociados, son burgueses sin conciencia nacional. Los que carecen de esa cualidad suelen ser identificados como cipayos o neoliberales o entreguistas, según las épocas y los países.

La rana y el escorpión

En un momento dado de sus reproches a los empresarios por esa compulsión por ganar más dinero indebidamente, aludió a la fábula de la rana y el escorpión (la rana estaba ayudando al escorpión a cruzar el río pero a mitad del recorrido el mal bicho la picó y explicó que eso estaba en su naturaleza). Cristina dijo que ella no era rana y que además sabía nadar. O sea que no dependía de empresarios escorpiones.

Seguramente la mandataria no leyó la Semana Política del 22 de diciembre pasado, titulada justamente "La ingenuidad de las ranas y el veneno de los escorpiones".

En síntesis, el cronista afirmaba que el gobierno se estaba moviendo con la ingenuidad del simpático batracio, confiando en la palabra de empresarios, exportadores y banqueros que ya en ese momento venían remarcando y perjudicando a la población. Lo sucedido desde ese 22 diciembre hasta hoy confirman esa idea: los grupos concentrados son capaces de picar al gobierno que más dinero les permitió ganar en décadas de negocios en la Argentina.

La amarga reflexión presidencial sobre su fracaso momentáneo -que no llamó tal- en su aspiración a "una burguesía con conciencia nacional" tiende a confirmar, desde otro ángulo, que la mayoría de los holdings tienen ADN de escorpión, con perdón de los escorpiones.

Ese tramo del discurso ilustró en buena medida los equívocos y contradicciones del peronismo de toda la vida y de su etapa kirchnerista de la última década. Sus puntos de vista movimientistas, favorables a un capitalismo "productivo" con "fifty y fifty" entre capital y trabajo, etc, le juegan una mala pasada.

Su confusión es la siguiente. Una cosa es la burguesía nacional, relativamente patriótica, que existe y es numerosa entre las Pymes, chacareros, medianos empresarios, etc. Esos industriales y comerciantes están en buena parte de CAME, incluso parte de la Federación Agraria al margen del sojero Buzzi, Fedecámaras, la capa superior del cooperativismo, los sucedáneos de la vieja CGE, etc. Esa es burguesía nacional, más o menos patriótica según las circunstancias, el vaivén de sus negocios y las correlaciones políticas.

Y está la otra burguesía, la concentrada y monopólica, representada por UIA, AEA, CAC, Bolsa de Comercio, Mesa de Enlace, banqueros de Adeba y ABA, supermercados de ASU, las cámaras exportadoras de cerealeras y oleaginosas, las automotrices de Adefa, etc. Esta gran burguesía nunca tendrá sentimiento patriótico; son multinacionales o grandes firmas locales asociadas a éstas.

El gobierno negocia y pacta con estos sectores. Y les habla al corazón, pero se olvida que no tienen ese órgano bondadoso. Sólo aguijón y veneno.

Responsabilidad de todos

La presidenta pidió que los precios sean controlados por los productores, trabajadores, consumidores, vecinos, etc. Que la gente reclame a los supermercadistas que remarcan y aún a los almaceneros. A los jóvenes K les dijo que cuando vean manifestantes cortando calles, que los inviten a ir a los supermercados a controlar precios. Allí tuvo un lapsus maccartista, porque dijo que quienes cortaban el tránsito eran "grupos de izquierda" y cuestionó a la izquierda diciendo que por esa vía se termina en la derecha.

Si es por el giro de su gobierno, que negaba la devaluación reclamada por la derecha y que terminó convalidándola el 24 de enero, se podría decir que quien involucionó fue ella.

Volviendo al tema precios, es correcto que la jefa de Estado reclame la participación social en el control de los "precios cuidados". De todos modos, es obvio que no es la misma responsabilidad la de un delegado gremial o barrial que de la responsable del Poder Ejecutivo. Ésta debe hacer que el Estado controle a cara de perro, multe y llegado el caso cierre comercios o empresas, reabriéndolas bajo su control si fuera menester.

Y es lo que mandataria no piensa ni quiere hacer. El verbo nacionalizar ha desaparecido de su diccionario político, de allí que en el discurso puntualizó estar en contra de un "Estado empresario". Edenor y Edesur, Shell y las cerealeras, agradecidas...

Otro aspecto polémico fue su reto público a Caló, secretario de la UOM y de la CGT oficialista, quien había expresado en días previos que la inflación se había comido el salario y que los trabajadores pasan necesidades. La oradora lo reprendió con nombre y apellido, replicándole que no es cierto que los trabajadores pasen hambre.

Hugo Yasky, de la CTA cercana al gobierno, salió a defender al metalúrgico. Declaró ayer que los trabajadores con buenos convenios y salarios no pasan hambre, pero que muchos que ganan 5.000 o 6.000 pesos, entre ellos muchos maestros, sí tienen dificultades para alimentar a sus familias. Y que así como el deber de la presidenta es gobernar, la de los sindicalistas es defender el ingreso de sus afiliados.

El cronista comparte ese punto de vista sindical. La presidenta reprendió a los que piden aumentos de salarios. En todo caso debió decir: es correcto que los trabajadores pidan y obtengan aumentos de salarios, pero también deben reclamar a los formadores de precios que no remarquen ni roben como ahora.

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