martes, 15 de mayo de 2012

CONTINÚA EL JUICIO POR LA MASACRE DE TRELEW.

ARGENTINA


MIGUEL MARILEO, EL FUNEBRERO QUE PREPARO LOS CADAVERES DE LOS FUSILADOS EN TRELEW

?Los habían rematado sin más?

Puso los cuerpos de los dieciséis jóvenes en los cajones y selló los féretros. ?Vi que Pujadas era quien había recibido más balazos. Vi que la mujer de Santucho tenía tres tiros en la panza, donde cargaba un bebé?, relata.

Por Ailín Bullentini

    
FOTO: Miguel Marileo en un acto realizado en Trelew el domingo, antes del inicio del juicio oral por la masacre.  



Son tres las imágenes que Miguel Marileo no puede borrar de su memoria. Tres escenas que lo acompañan desde sus años de empleado multiuso en la única funeraria de Trelew, hace más de 40 años: Un pequeño y humilde rancho en las afueras de la ciudad que se convirtió en el hogar huérfano de una ?jovencita sola?, los restos calcinados de 25 bomberos que quedaron atrapados en un incendio en Puerto Madryn y los cuerpos acribillados de las víctimas de la masacre de Trelew. A pesar de que la mantuvo escondida bajo otros recuerdos durante décadas, Miguel retornó a esa última historia con la facilidad de quien memoriza un cuento: ?Los habían dejado en el suelo, en dos hileras. Cada uno tenía al costado de su cabeza una bolsita con las balas que los habían matado. Fue una barbaridad?, desgranó en detalles junto con Página/12 y reconstruyó su versión de la historia.

Los tac-tac-tac de alguien que golpeó la persiana de su cuarto lo despertaron el 22 de agosto, diez minutos antes de la medianoche, y la escena funciona muy bien como punta del ovillo que Marileo comienza a desenmarañar. Entre la oscuridad del cuarto que daba a la vereda de una calle residencial de Trelew y el sueño de un día perturbador, Miguel se incorporó en el borde de su cama, abrió la ventana del lado de adentro y pispió entre las rendijas de los postigos. Uniforme. Camión verde oliva. ?Milicos?, susurró. ?¿Sí??, alzó la voz.

?¿Miguel Marileo?

?Sí.

?Me va a tener que acompañar a la base.

?¿Pasó algo con los muchachos, Migue? ¿Qué hicieron? ?le preguntó su mujer.

?Nada, no vi a los muchachos. Debe ser por los pibes.

Con el último zapato, el funebrero se calzó coraje. Dejó a su mujer desvelada y subió en el cajón del camión de Infantería de Marina que lo esperaba, motor en marcha, en la calle. Reconoció al dueño de la funeraria en el asiento del acompañante. Se acomodó entre colimbas. Sospechó del ?capo? que estaba sentado en una de las esquinas del acoplado militar. ?Muchas tiritas en el brazo del uniforme: milico de por vida. No como los colimbas, que están un año y pasan ?definió?. Nunca me cayeron bien los verdes, yo tenía las mismas ideas que los chicos asesinados. Yo quería un país distinto.?

Nadie le explicó nada, siquiera su jefe, pero Miguel sabía cuál era la razón por la que lo habían arrancado de su rutina esa noche. Contaba con algunos indicios, claro. Las ansias del ?soldadito? que, al oído, le consultó por la opinión de la gente del pueblo respecto de las muertes de la noche anterior habían funcionado de guiño. Las dos hileras de ataúdes abiertos y vacíos extendidas en la sala de entrada del edificio central de la Base Almirante Zar, y la valija con herramientas y la garrafa para soldar que su jefe bajó del camión que los introdujo en territorio aeronaval confirmaron sus certezas.

El preludio

A los 18 años ?principios de los ?60?, Miguel comenzó a trabajar en la empresa funeraria de su padrino, ?el señor Martello?. Siempre con un ojo puesto en la política, víctima asidua de las ?corridas? con las que los militares desarmaban reuniones en aquellos tiempos, olió sangre en el traslado de los 19 presos políticos, el 15 de agosto de 1972, desde el Aeropuerto de Trelew, adonde habían llegado tras su fuga de la Unidad Penal 6 de Rawson, a la base Zar. ?Los van a hacer pelota, les decía a mis compañeros de trabajo. Nadie me creyó?, rescató, desde el sillón de su casa actual, ubicada a vuelta de esquina de la que dejó aquella noche, casi 40 años atrás.

Tampoco se equivocó entonces. La ?bola? de los 16 asesinatos ?los de los militantes de Montoneros, ERP y FAR Carlos Astudillo, Rubén Bonet, Eduardo Capello, Mario Delfino, Alberto Del Rey, Alfredo Kohon, Clarisa Lea Place, Susana Lesgart, José Mena, Miguel Polti, Mariano Pujadas, María Angélica Sabelli, Ana María Villarreal de Santucho, Humberto Suárez, Humberto Toschi y Jorge Ulla? corrió rápido por ese pueblo chubutense. Tan rápido, que el jefe de Marileo supo, no bien comenzó aquel 22 de agosto laborable, que los marinos llegarían hasta la funeraria a comprar los féretros. ?Aparecieron en el local cerca de las cuatro de la tarde. Pusieron un camión de culata, pidieron 16 cajones de madera y caja de metal interna, los cargaron, pagaron y se fueron?, detalló y repitió las palabras que su padrino le había confiado al final del día: ?Nos van a venir a buscar, Miguel. Van a querer que hagamos el trabajo?.

El trabajo

Los cajones abiertos y vacíos los esperaban en la sala de recepción del edificio adonde Miguel y su jefe fueron conducidos por los colimbas que viajaron con ellos en el camión. ?Suba, venga, baje y haga. Ahí sólo había órdenes para nosotros. Yo me quejaba un poco, pero mi jefe era una tumba?, recordó. Pasillo a la izquierda mediante, la antesala de las celdas donde habían estado encerrados los ?fugados? de la U6 era el lugar donde exhibían sus cuerpos. Dos hileras de ocho cuerpos jóvenes, desnudos, ensangrentados y mutilados porque ?en enfermería los habían abierto para sacarles las balas?. Al lado de cada cabeza, un paquetito transparente con el nombre del muerto y los proyectiles verdugos. En una esquina, los tres sobrevivientes ?Alberto Camps, María Antonia Berger y Ricardo Haidar? esperaban ?de-sangrándose? que los trasladaran a Puerto Belgrano.

Miguel se asomó a las celdas ?chiquitas, el pasillo angosto, las ventanas enrejadas. ¿Quién se puede escapar de un lugar así? A estos pibes los fusilaron sin más?, consideró, como tomando coraje para volver al momento en que encajonó los restos de esos jóvenes y selló con estaño los féretros para siempre. El silencio permite reacomodar imágenes, recuperar sensaciones, reindignarse.

?La verdad... sentí una impotencia ?retomó Marileo, que hoy pisa los 68 años y sería un coetáneo de las víctimas de la masacre?... Caminé entre todos. Los miré, los revisé. Vi que Pujadas era quien había recibido más balazos, porque estaba abierto de acá (se toca la garganta) hasta el ombligo y tenía como diez impactos. Vi que la mujer de Santucho tenía tres tiros en la panza donde cargaba un bebé. Estaría de cinco meses. Y con Sabelli me di cuenta de que los habían rematado sin más, indefensos. Una chica de pelo bien largo, me acuerdo. No tenía impactos en el cuerpo. No le veía orificios. Entonces le pasé la mano por detrás de la cabeza para levantarla y llevarla a su cajón. En la nuca tenía el hueco de la bala... Uno solo.?

Entre la una y las seis de la madrugada del 23 de agosto de 1972, entre el desorden de las órdenes contradictorias impartidas por uno y otro ?señor de rango alto?, Miguel y su jefe sellaron cada cadáver en un féretro. Durante algunas horas fueron custodiados por conscriptos ?aunque los capos andaban dando vueltas por ahí?. En la mitad de la noche, un ?soldadito? se acercó a Miguel: ?Mire jefe que nosotros no fuimos. ¿Sabe, no? Fue la patota de Sosa? (por el ex capitán Luis Emilio Sosa, uno de los acusados en el juicio). Luego del episodio, al chico ?se lo llevaron a la rastra, quién sabe adónde y nos cuidaron los de uniforme con tiritas?, que incluso los invitaron con un café. Con el trabajo terminado y las herramientas recogidas, Miguel ?quería desaparecer de ahí, nos iban a matar?. Su jefe, en cambio, no emitió palabra más que para pedirle que hiciera como él y se callara.

?Bueno, terminamos. Nos vamos.

?Sí, terminaron. Pero no se van. Por ahora, no se van.

Recién a las 18 los llevaron a la empresa, de regreso a Trelew.

30 años de silencio

?Agarré la valijita de las herramientas, el soldador y salté del camión. Desde arriba, el tipo que me custodió durante el viaje, capitán era, no sé, me selló la boca: ?Vos de lo que viste, nada. Acordate que tenés un pibe de dos años, una familia. Cuidala?.? Marileo llegó a su casa, se dio un baño y le contó a su esposa qué había pasado. ?Le prometí que no lo contaría nunca?, sostuvo frente a Página/12.

Durante algunas semanas, el teléfono de su casa no paró de sonar. La prensa de Buenos Aires, que había cubierto las horas posteriores al fusilamiento de los 16 militantes, estaba desesperada por hablar con el funebrero. El cajón en el que él guardó su historia se abrió mucho después: ?No di una entrevista hasta 2003, cuando Mariana (Arruti, la directora del documental que reconstruye la historia de la masacre) me pidió que le contara. Y lo hice?. Luego prestó declaración en la causa que la semana pasada llegó a la instancia de juicio oral. Ahora, espera que ?la Justicia alcance a los culpables?.



Vaca Narvaja: "Verdad, Memoria y Justicia se pueden dar y no por la propia mano"






Entrevista exclusiva con Fernando Vaca Narvaja. Él es la única persona con vida que estuvo presente en la fuga del Penal de Rawson. Juicio por la masacre de Trelew, militancia, GAN, Balido de Rawson y mucho más en éste reportaje. Entrá para leer la nota completa.



LA PACO URONDO: Comenzó el juicio por la masacre de Trelew y se cumplen 40 años al mismo tiempo. ¿Pudiste ver el inicio del juicio?

Fernando Vaca Narvaja: Sí, viajé a Trelew para el inicio del juicio, estuvimos el sábado y el domingo. Tuvimos la oportunidad de visitar la Base Almirante Zar; fue realmente muy fuerte, muy impactante, muy emocionante y después, en la sala del juicio que es un teatro enorme. Poder verles las caras a estos genocidas después de 40 años hace que a uno se le junten un montón de sensaciones.

APU: ¿La Base se ha convertido ahora en un centro?

FVN: No; lo que es un Centro de la Memoria es el aeropuerto y hay una propuesta para conformar también uno en la Base. Sería muy bueno ya que la misma tiene una infraestructura, unas instalaciones ideales para una escuela de artes y oficios porque ?dadas las enormes distancias en la Patagonia- los chicos pueden dormir, pueden comer ahí. Tendría buenas condiciones para eso y creo que sería uno de los mejores homenajes para nuestros Compañeros.

APU: También una de las características de este juicio ?que también ocurrió en su momento con Trelew- es el gran apoyo popular que tiene. ¿No?

FVN: Tiene y tuvo un gran apoyo popular y Trelew, como siempre decimos, fue un hecho que produjo una afluencia de juventud a la política y de compromiso y militancia. Les decía a los jóvenes que habían ido al juicio que fue algo parecido a lo que hoy vive nuestra juventud a partir de la muerte de Néstor Kirchner; de pronto aparece una nueva generación con un compromiso con la política muy fuerte.

APU: Aquella foto de los 19 fue muy emblemática en aquella época.

FVN: Sí; una foto muy emblemática. Yo guardo siempre de ella la sonrisa de quien está primera en la foto, Susana Lesgart, mi compañera, siempre con esa alegría increíble y con esa entereza aún en momentos como esos.

APU: Sí; en ese momento marcó mucho a la militancia. Ante ese momento pero con esa felicidad...

FVN: Exactamente. Con esa convicción, un poco lo que decía Marcelo Duhalde ?Hermano de Eduardo Luis, último abogado fallecido- en la conferencia de prensa que hicimos con las Madres y con el Gobernador Buzzi; que es muy importante recordar a los Compañeros más que por lo que sufrieron por lo que pelearon y la verdad que coincido plenamente.

APU: En su momento: ¿La fuga del penal de Rawson tuvo que ver con un intento de desbaratar el GAN (Gran Acuerdo Nacional)?

FVN: Digamos que no hubo una especulación político-electoral, o sea, nosotros teníamos claro que pese a la proximidad de una apertura democrática, no debíamos confiar en las dictaduras militares sobre todo porque había en nuestro país numerosos engaños, proscripciones del peronismo y, de hecho, ese GAN, ese intento de Lanusse, terminó en la proscripción de Perón. Nuestra consigna era elecciones con Perón y evidentemente no pudo ser. Por suerte tuvimos un gran candidato que fue ?El Tío? Héctor Cámpora quien, aunque duró muy poco tiempo -apenas 45 días-, permitió el triunfo electoral en aquella jornada histórica.

APU: En la entrevista que hace Francisco ?Paco? Urondo a los sobrevivientes del fusilamiento está presente esto ¿no? Como se pudo, con la fuga junto a un montón de otras cuestiones, romper ese cerco que la dictadura había querido instaurar.

FVN: Sí, yo creo que Trelew enseña, por un lado la vigencia de la convicción de una generación. Teníamos entre 22 y 24 años salvo Pedro Bonet con 30 y Ana Villareal de Santucho con 35 que, dicho sea de paso, tenía un embarazo de 4 ó 5 meses y que recibe tres impactos en el abdomen lo que da cuenta del inicio de un genocidio ya que no era sólo contra ella sino que también querían matar a su hijo. Lo importante es que Trelew marca la convicción de esa generación y sobre todo, algo muy importante que creo que hoy hay que remarcarlo, resaltarlo y repetirlo. Que pese a las diferencias había una unidad. Había una unidad en la acción y una convicción que esas diferencias debían someterse a la realidad concreta, a la práctica para enriquecer la teoría y que esas diferencias no debían ser un impedimento para poder hacer un trabajo conjunto y hacer esa lectura correcta de la realidad.

APU: Lo que pasa con estos 40 años es que por un lado está la fuga y por el otro la masacre. Habría que intentar separarlos para poder leer políticamente esto ¿no? La gran profundización de una discusión común que se dio en la cárcel de Rawson.

FVN: Por eso, lo que decía Marcelo es tal cual. Tenemos que recordarlos de las dos maneras; lo que sufrieron esos Compañeros, la situación que pasaron pero, te repito, creo que, conociendo a los Compañeros y conociéndonos, lo fundamental y lo más importante siempre es cargar, analizar y revisar los objetivos por los cuales esa generación estaba peleando.

APU: En ese sentido: ¿Podrías contarnos un poco cómo fue la construcción de eso que se llamó el Balido de Rawson, esta discusión que concluyó en la unión de FAR y Montoneros?

FVN: Fue un documento interno poco conocido ?ya que lo conoces y lo citas por su nombre- ; como estábamos en el sur y éramos unos cuantos cordobeses le pusimos El Balido como una forma de desmitificar el documento. Decir: Es una propuesta colectiva de un grupo de Compañeros que tienen el tiempo y las posibilidades. Yo siempre digo que en esa dictadura (1966-1973), los presos teníamos el privilegio de poder reunirnos, discutir política y tener algunos materiales escondidos; nada que ver con la dictadura del 76 al 83 que tuvo campos de concentración y exterminio. El Balido de Rawson marca un poco lo que vos decís, da un proceso de unidad entre tres organizaciones revolucionarias, Descamisados, FAR y Montoneros. Las FAP paticipan de la mesa de debate y se incorporan algunos Compañeros pero no como organización.

APU: Con Olmedo se da una fractura en las FAP...

FVN: Ahí tenemos compañeros muy valiosos como Carlitos Caride ?a quien siempre pongo como ejemplo- un hombre que para nosotros era un prócer, ?un bronce? como se dice ahora, y fijate la humildad de ese revolucionario que se suma a la organización como miliciano pese a que su capacidad política y su representatividad eran enormes. La visión de ese militante de decir ?vamos a hacer un proceso refundacional: ¿Dónde puedo y dónde debo aportar??

APU: La parte más oscura de la historia debe ser cuando, desde Chile, ustedes se enteraron de la masacre.

FVN: Bueno, ese día nos retiraron los cintos, los cordones, nos sacaron la radio, estábamos en lo que luego sería la DINA, la policía de información de Pinochet. En ese momento había un gobierno democrático, el del socialista Salvador Allende y vino, casualmente, el jefe de su custodia que después es asesinado junto a él en la Casa de la Moneda, a informarnos de esto que había ocurrido.

APU: ¿Eso posibilito que Allende los mandara para Cuba? Había una discusión al respecto.

FVN: Sí, la famosa reunión de gabinete donde el Presidente chileno hace una especie de consulta a los ministros. La mayoría dice que no deberían dejarnos salir, que debíamos quedar presos y algunos planteaban que debíamos ser devueltos y Salvador Allende se pone firme y dice: ?De ninguna manera. Mientras yo sea presidente los Compañeros se van a Cuba? y nos dio la salida inmediatamente.

APU: ¿Tuviste la oportunidad de ver la película ?Ni olvido ni perdón? de Raimundo Gleyzer que rescata la entrevista en el aeropuerto?

FVN: Bueno, es un legado realmente histórico y una prueba de que la política genocida ya se estaba gestando en el 72. Fijate que ahí Pedro Bonet y Mariano Pujadas, cuando se rinden y entregan las armas, dicen con toda claridad ante un juez federal, ante la prensa la televisión, un médico que los revisa: ?no queremos que nos ocurra lo que les pasó a los trabajadores en La Patagonia Trágica?. Lamentablemente ocurrió exactamente lo mismo.

APU: Eso tiene valor en el juicio ¿no?

FVN: Tiene un valor muy importante como también lo tiene la destrucción de la familia Laplace, la familia Santucho, mi propia familia, o sea, hubo una persecución sistemática y, si hablamos de los tres Compañeros sobrevivientes, María Antonia Berger, Ricardo Haidar y Patricio Camps, ambos desaparecidos y también por la ESMA.

APU: Eso se destaca también en el libro ?La Patria fusilada? de Paco, ellos contándolo y lo que después sucede con ellos; toda una historia bastante oscura.

FVN: Exactamente.

APU: Fernando, nos encontraremos nuevamente más cerca del juicio

FVN: Ahí nos encontraremos, fue una cantidad de jóvenes impresionante y espero que podamos celebrar eso que decía Tati Almeyda: que Verdad, Memoria y Justicia se puedan dar y no por la propia mano.

APU: Eso habla también de lo que es este momento histórico.

FVN: Exactamente. 



fuente: Agencia Paco Urondo

No hay comentarios:

Publicar un comentario