miércoles, 25 de noviembre de 2015

Mauricio Macri de compras.

ME FUI AL SUPERMERCADO A HACER LAS COMPRAS
El jueves a la mañana me fui a hacer la compra semanal de una familia tipo: la leche, las milanesas, las galletitas, el arroz, los fideos, el pan, la fruta... Quería hacerlo personalmente porque el supermercado es el lugar donde millones de argentinos le toman el pulso a la economía real. Si hay un lugar donde se terminan de golpe los discursos de la política es en las góndolas. Como imaginás, yo no voy seguido al supermercado (en realidad no voy nunca, aunque sí hago las compras cuando estoy en Tandil). Por eso quise ir.
Todos estamos muy preocupados por la economía, y hablamos de números e inflación. Pero la inflación no es un número, es el carrito del supermercado que se achica, es comprar menos, es vivir un poco peor.
La lista que fui a comprar busca aproximarse a lo que consume una familia urbana con dos hijos menores de 10 años, donde el papá y la mamá trabajen de empleados con salarios promedio. La hicieron una ecónoma y dos economistas. Tuvieron en cuenta buscar los productos de estación, las segundas marcas, las ofertas del día, y también la dieta promedio de la que hablan varios estudios. Por ejemplo, los números de consumo dicen que la mayoría de las familias argentinas buscan incluir proteínas al menos en una de sus comidas diarias. Lo consideran fundamental. Por eso compré milanesas, carne picada, y los cortes más baratos. También compré pollo, porque cada vez más gente prefiere comer carne blanca a la que consideran más sana.
Compré productos de almacén para toda la semana (galletitas, yerba, azúcar), productos de tocador (jabón, pasta de dientes, shampoo...) y lo indispensable que se necesita para lavar la ropa y limpiar la casa.
En total estuve 47 minutos eligiendo productos. Gran parte del tiempo me la pasé tratando de entender cúanto vale de verdad una cosa. En algunos casos hay tanta diferencia de precios entre productos iguales de distintas marcas con o sin promoción, que no se puede creer!
Gasté $740. En el apuro me olvidé de comprar algunos productos.
Habrá gente a la que les parecerá mucho, y a otros poco. Además toda la compra se podría ajustar, se podría comprar menos, más barato, menos carne...
Pero no fui al supermercado a armar un ticket ideal, sino a contactar con la economía real que está angustiando a todos los argentinos cada día.
Sé que otra vez estamos llenos de incertidumbre, sé que hay miedo. No nos puede pasar otra vez lo mismo. Tenemos que ponernos a trabajar ya en estos problemas reales que terminan manifestándose en las heladeras y en las alacenas de todos los hogares. No es posible ocultarse.

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