Además, Videla siguió sosteniendo el accionar de las Fuerzas Armadas durante su gobierno de facto y aseguró que los juicios contra los militares “no son por justicia, son por venganza”.
“Son todos juicios políticos, como parte de esa venganza, de esa revancha, como parte de ese castigo colectivo con que se quiere castigar a todas las Fuerzas Armadas”, dijo el ex dictador a la revista española “Cambio 16″.
Y agregó: “Alfonsín y Menem hicieron un acuerdo que era mitad y mitad, en el tema de los indultos… Los Kirchner son los que dijeron que no habría simetría en el asunto de la guerra que vivimos y nos señalaron a los militares como los malos, los responsables de crímenes de lesa humanidad, y a los terroristas como los buenos, como las víctimas de aquellos años terribles”.
Con miles de torturados, desaparecidos y niños robados durante el periodo en el que él fue protagonista, Videla manifestó que hoy en el país “no hay justicia y que la república está desaparecida”.
“La República está desaparecida, no tiene Justicia, porque la que tiene es sin esqueleto sin relleno jurídico; el mismo Parlamento… está compuesto por ganapanes que temen que les vayan a quitar el puesto y se venden al mejor postor. Hoy las instituciones están muertas, paralizadas, mucho peor que en la época de María Estela Martínez de Perón”.
“Podía desaparecer la nación argentina. Estábamos en un peligro real. No es que los militares nos levantáramos un día de la cama y nos hubiéramos dicho: ¡vamos a ir de cacería o a matar jóvenes idealistas!”.
Videla dijo que en realidad la cifra de los 30.000 desaparecidos no es real y que “solo hubo 7.000”, que es el número de reclamaciones de indemnización que se presentaron en la época de Menem.
“Esa indemnización era de 240.000 dólares por cada caso probado, una cifra nada despreciable”, señala, y se pregunta por qué, cuando los militares ya habían desaparecido de la escena política, “23.000 personas renunciaran a esa ayuda”.
El exdictador habló también de la relación de las Juntas Militares con la Iglesia Católica. “Mi relación con la Iglesia fue excelente, mantuvimos una relación muy cordial, sincera y abierta. No olvide que incluso teníamos a los capellanes castrenses asistiéndonos y nunca se rompió esa relación de colaboración y amistad”, agregó.
Apenas “una minoría no representativa” se dejó llevar “por esa tendencia izquierdista y tercermundista, politizada a favor de un bando, de otras iglesias del continente”, aseveró.