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lunes, 6 de febrero de 2012

Entre los ritos paga­nos de un ade­lan­tado car­na­val, paya­sos, pres­ti­di­gi­ta­do­res, magos, ilu­sio­nis­tas, titi­ri­te­ros y mala­ba­ris­tas actúan para dis­traer al pue­blo.


Fábula carnavalesca

La fábula car­na­va­lesca con mora­leja adap­tada para con­fun­dir al pró­jimo, es refor­zada con el lan­za­miento de papel picado y ser­pen­ti­nas, el obje­tivo, des­viar la visual de la realidad.
Mien­tras la deses­pe­ra­ción del régi­men cunde y la cri­sis interna se agu­diza sumer­giendo al país en la incer­ti­dum­bre, la decep­ción avanza, detrás de la enga­ñosa pros­pe­ri­dad, que anun­cia Cris­tina en medio de la deba­cle, decla­mando for­tui­tos pla­nes y las mis­mas obras faraó­ni­cas incum­pli­das por su marido, hoy es ella quien demanda ayuda para con­ti­nuar con el pro­yecto des­truc­tor y corrupto, que él puso en marcha.
En medio de un páramo, Cris­tina, ata­ca. Siem­pre negando cul­pas, extor­sio­na, sin medir las con­se­cuen­cias, des­tru­ye. La feli­ci­dad de divi­dir, con­fron­tar y dis­cri­mi­nar del régi­men tota­li­ta­rio, se acen­tuará con el correr de las difi­cul­ta­des. La Señora Kir­ch­ner pare­ce no tener límite para seguir jugando, mien­tras agu­diza el des­po­tismo no ilustrado.
Un año de con­flic­tos se ave­cina, y cada vez con más rapi­dez pare­cen ale­jarse los con­sen­sos, las inter­fe­ren­cias con el líder de la CGT, se encuen­tran en un momento cri­tico. Al tiempo, ese Estado que se dice bene­fac­tor, acen­túa su ver­da­dero espí­ritu saquea­dor, demos­trando con sus intran­si­gen­cias que lo único pre­pon­de­rante es vivir del que tra­baja, aun cuando los argen­ti­nos mue­ran en el intento de sobre­vi­vir, en una tie­rra de nadie.
Al pare­cer no alcan­za­ron a enten­der, que el corzo ter­minará junto con los pro­ble­mas. Sólo los actos arma­dos, que uti­li­zan como ban­dera la nece­si­dad de los que a ellos con­cu­rren por la dádiva ofi­cial, podrán man­te­nerse si per­siste la caja. Esta forma de gober­nar ha sido el caba­llito de bata­lla de los Kir­ch­ner desde sus inicios en la polí­tica en la pro­vin­cia de Santa cruz,  y Cris­tina  no está dis­puesta a cam­biarla, todo lo con­tra­rio la endurecerá.
La des­ca­li­fi­ca­ción como método de ame­dren­ta­miento, puesta en escena por la Señora que afirma ser la pre­si­dente de todos los argen­ti­nos, pro­voca come­zón en todos los ciu­da­da­nos hon­ra­dos, har­tos de tanta hipocresía.
Los pata­leos exhi­ben el fra­caso que se quiere ocul­tar con monó­lo­gos exa­cer­ba­dos. Los desa­cier­tos y desa­ti­nos de su pro­pia ges­tión cuya ido­nei­dad fue puesta a prueba en estos casi nueve duros años dis­fra­za­dos de demo­cra­cia, se extiende hoy por cua­tro años más. Ante la impo­si­bi­li­dad de negar que el rumbo se ha salido total­mente de cauce, se apela a la men­tira, es decir, men­ti­ras reno­va­das para ocul­tar men­ti­ras anteriores.
Sin embargo ante seme­jante pano­rama des­alen­ta­dor, la bar­bara reac­ción de la señora Kir­ch­ner marca su enaje­nado pen­sa­miento y, deri­vando en ata­que psi­co­ti­co, exa­ge­ra­do y polé­mi­co que tra­ta­ de des­ca­li­fi­car a quie­nes no se adap­ten a sus pun­tos de vista, sin impor­tar siquiera a que sec­tor del cuerpo social per­te­nez­can, es decir que todos los que man­ten­gan dife­ren­cias con­cep­tua­les con los dichos de la man­da­más, son con­si­de­ra­dos enemi­gos públi­cos del régi­men opresor.
Recla­mar por lo suyo es con­si­de­rado como van­da­lismo, el pen­sar dis­tinto se lee como trai­ción, exi­gir jus­ti­cia por una inse­gu­ri­dad que goza con el bene­plá­cito de fun­cio­na­rios dedi­ca­dos a la ala­banza de la reina del corzo con­vierte a los ciu­da­da­nos en vende patrias de acuerdo con un pen­sa­miento gramns­ciano apli­cado por los Kir­ch­nerismo para cam­biar y uni­for­mar por medio de lo que Cris­tina con­signa como aper­tura de cere­bros, útil arti­maña para intro­du­cir el “pen­sa­miento único” y el des­or­den social que posi­bi­lite la sodo­mi­za­ción del soberano.
En el entre tanto, la murga sigue luchando por man­te­ner en su apo­geo el gran corzo, pero des­pués del car­na­val, cuando se comience a des­cu­brir todo el engaño encu­bierto por la murga, ya sin los bri­llos ful­gu­ran­tes y la caída del modelo haga impacto en los bol­si­llos de los argen­ti­nos ¿cuál será el dis­fraz que adopte la presidente?


Autor: Susana Sechi

Directora de La Historia Paralela