jueves, 5 de septiembre de 2013

"Felpudo" Scioli en acción.

 (Por Adrián Freijo) – “…del galope corto, del aliento largo y el instinto fiel” decía el viejo poema de Belisario Roldán que de no saber que refería a la raza equina de las pampas bien podría aplicarse a la personalidad del gobernador bonaerensa Daniel Scioli. De pasos cortos para avanzar, el ex motonauta apuesta al largo aliento y elige por bandera la fidelidad y la ausencia de conflicto. Una forma de ser que le genera amigos y enemigos pero que desde hace quince años lo mantiene en el camino ascendente. ¿Estará “algún día su figura en bronce”?. Veremos…
A esta altura de los acontecimientos se hace cada vez más difícil sostener que el gobernador bonaerense sea alguien sin personalidad. El “forro” del que habló Malena Massa o el “felpudo” al que se refieren en público o en privado muchos de sus detractores, va creciendo como un engranaje fundamental de la transición aunque ya no resulte tan claro que vaya a encabezarla.
Producido un esperable triunfo de Massa en octubre y siendo previsible que el mismo se base en un guarismo superior al 40%, es claro que para los que se contentan con mirar sin analizar la carrera del jefe comunal de Tigre no tendrá techo.
Y si ya en las vísperas su tropa se ve permanentemente engrosada por dirigentes de una dudosa lealtad partidaria que saltan hacia lo que hoy parecen playas más seguras, el éxodo post triunfo amenaza con ser de una magnitud impensada.
Pero no es tan así; y es aquí donde el “perdedor” (Scioli) puede capitalizarse más que el “ganador” (Massa).
Para los dirigentes del peronismo tradicional el ex motonauta es mucho más confiable que la nueva “esperanza blanca” del justicialismo. Saben que con Scioli se puede dialogar, ser escuchados y hasta convencerlo de tomar otros caminos distintos a los que haya pensado con anterioridad.
En un peronismo que padece una década de maltrato kirchnerista esto no va a ser poco a la hora de elegir carpa. Por ahora la decisión es terminar con el tiempo de Cristina y las circunstancias hacen que el “buque insignia” sea Massa.
Pero después de octubre la historia es otra. Hay que recomponer la relación con la gente, tranquilizar la Argentina económica, canalizar la social y reconstruir la política.
Y Massa puede ser, aún a su pesar, el líder de la oposición parlamentaria y hasta el elegido de la gente en la calle. Pero Scioli va a convertirse en la garantía de transición y gobernabilidad aún a pesar de Cristina y sus fedayines que seguramente saldrán del proceso electoral con mucho menos poder del ya ajado que detentan ahora.
Scioli es institucionalista y  quiere ser Presidente.
Massa es personalista y también quiere ser Presidente, pero desde una visión de liderazgo que se parece mucho más a los de los históricos caudillos peronistas, con balcón, bombos y sumisión incluida.
Y es entonces cuando lo que los une –que son sus apetencias- los diferencia; y también el momento en el cual lo que hoy parece un demérito de Daniel puede convertirse en su gran aliado: la confiabilidad.
Si Massa quiere, lo necesita a Scioli y si éste quiere…¿lo necesita a Massa?.
La respuesta la tienen por ahora los dirigentes de “los dos peronismos” y todo hace pensar que van a elegir por aquél al que, como tantos, suponen van a poder manejar; y Scioli, impávido, va a dejar que lo piensen.
Total y al final, será la gente la que decida…

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