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viernes, 4 de octubre de 2013

La profanación del Templo de San Ignacio.

Homilía en la Celebración Penitencial
unida a la celebración eucarística
con motivo de la profanación del Templo de San Ignacio
Esta tarde nos alberga este antiguo y bello templo de San Ignacio de Loyola, por cierto el más antiguo, diseñado y construido en el siglo XVIII. En este espacio consagrado, vibran voces y pasos de generaciones de argentinos y se guarda buena parte de la memoria de nuestra historia. Sus muros e imágenes son testigos silenciosos de gestas patrióticas, como aquella gloriosa resistencia al invasor inglés en 1807. Aquí se celebraron las sentidas Exequias por los caídos en la defensa de Buenos Aires y la Acción de gracias a Dios por habernos librado de la mano del enemigo. En este mismo lugar, sesionaron agitados cabildos abiertos y no le fueron ajenos los sucesos de Mayo que gestaron nuestra Nación.
Los artísticos retablos de este solar contienen numerosos santos, modelos del ideal de santidad en la vida bimilenaria de la Iglesia. Ellos fueron, mientras peregrinaron en esta vida, los hombres y mujeres de fe, que amaron a Dios y al prójimo; sus vidas son guías en el camino interior y ejemplo de seguimiento incondicional del Evangelio. Hoy son nuestros amigos del cielo, a quienes los católicos recurrimos en nuestras necesidades espirituales y materiales. Entre tantas imágenes se encuentra la más antigua de la ciudad, Nuestra Señora de las Nieves, Patrona secundaria de los porteños que la reconocemos como Madre. El silencio y esta variada iconografía −que nos recuerda la cercanía de la comunión de los santos−, ofrecen el clima deseado para el recogimiento interior, y es un remanso espiritual en lo que hoy vive el agitado microcentro de nuestra ciudad.
Pero, como Uds. saben, no nos ha convocado la conmemoración del pasado, ni tampoco la belleza de este templo, ni siquiera sus vínculos a la historia patria o el valioso patrimonio edilicio, sino el triste y deshonroso hecho de su profanación. Los que la perpetraron, a su paso, dejaron las huellas de la vieja gramática de la intolerancia, una muestra de incapacidad para aceptar las diferencias, y pienso también, de desconocimiento cultural y religioso, porque así los eximimos de mayores responsabilidades. Profanar significa en sentido amplio, hacer uso indigno de cosas respetables para otros; faltarle el debido respeto por lo que significa para mi prójimo, en especial, por sus creencias. En nuestro caso, profanar un espacio consagrado al culto católico, a las realidades espirituales, es una grave ofensa a Dios y a los que creemos en Él. Las injurias que se cometen en un templo, afectan y hieren en cierta manera a toda la comunidad de los creyentes en Cristo, de quienes el edificio sagrado es signo e imagen.
Quienes lo cometieron tuvieron un particular ensañamiento con el altar, lugar del sacrificio eucarístico, la Santa Misa. Para nosotros, el altar es el lugar donde celebramos los sagrados misterios, el memorial del Señor resucitado, donde Jesús se ofrece a sí mismo por amor a los hombres, y es por eso que entre tantos nombres que recibe este rito, lo llamamos el “sacramento del amor”: en él, los cristianos renovamos nuestro pobre amor humano y tomamos de cada eucaristía lo que necesitamos para seguir caminando. Advirtamos que el daño material es insignificante, comparado al espiritual; cuánto más, si pensamos en tantas personas que se reúnen en torno a este altar para recibir la vida de Dios y renovar así la fe y esperanza.
El nombre propio de este misterio es la Comunión, porque al celebrarla fieles tan diferentes, sin embargo, se salvan esas diferencias para constituir una sola Iglesia, unida por el amor de Cristo que la alimenta con su Cuerpo y su Sangre, presentes bajo los signos sacramentales que consuelan y fortalecen. En este santo rito, celebrado con los humildes dones del pan y el vino, hay un misterioso intercambio: la Iglesia hace la eucaristía y la eucaristía hace la Iglesia. Los cristianos no podemos vivir sin ella.
Ahora estoy en el altar de la Palabra, la que hemos proclamado entre cánticos y aleluyas. Los cristianos creemos que es Dios mismo el que habla y se dirige al corazón del hombre, y cuando la hacemos nuestra no vuelve a él estéril, sino que da muchos frutos. El libro de Nehemías conduce al pueblo de Israel que vuelve del exilio persa y encuentra la ciudad de sus padres desbastada, entre ruinas. Las lágrimas, el desánimo y la tristeza se convirtieron en alegría cuando el sacerdote leyó el «Libro de la Ley de Dios» y les interpretó las Escrituras. El pasaje bíblico tiene la virtud de iluminar a los oyentes de todos los tiempos y parece dedicado a nuestra asamblea cuando se nos dice: No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes. Muchas veces, al concluir la Misa, despedimos a los fieles con esta sentencia, porque estamos convencidos de quela Ley del Señor alegra el corazón del hombre, reconforta el alma, es sabiduría del humilde y sus preceptos son rectos e iluminan los ojos, como enseña el salmo 18.
El Evangelio de San Lucas nos vuelve a sorprender con el envío de un numeroso grupo de discípulos. El Señor los envía como ovejas en medio de lobos y el contenido del anuncio gira en torno a dos palabras: Paz y Reino. Los discípulos saben que son enviados a un mundo hostil, pero de ningún modo podrán justificarse si hablan o actúan con el mismo método de la agresividad. Como en otras de sus enseñanzas, hay un claro mandato a renunciar al recurso de la violencia, porque el Evangelio que se ha de anunciar no necesita más que la fuerza de su misma verdad y el poder de Dios que lo acompaña. El no llevar nada para el camino está en relación con la confianza que hay que poner en quien los envía, pues la eficacia de la paz que debe anunciar no depende del que la pronuncia, sino de Él, que es el que envía. La paz que viene de Cristo, no es la que da el mundo (San Juan), es el cumplimiento pleno de los bienes prometidos por Dios. El mismo Señor elogia a los que reciben su Paz y viven conforme a ella: Felices los que trabajan por la paz porque serán llamados hijos de Dios (Mt 5,9). Con este lenguaje de paz, los discípulos son enviados a anunciarque el Reino de Dios está cerca de Ustedes. «Cristo, en cuanto evangelizador, anuncia ante todo un reino, el reino de Dios, tan importante que, en relación a él, todo se convierte en "lo demás", que es dado por añadidura (Mt 6,33). Solamente el reino es pues absoluto y todo el resto es relativo.» (EN 8)
Estos textos me hicieron reflexionar sobre este momento. No perdamos el don de la paz que le da a la Iglesia serenidad y perseverancia, y tomemos las adversidades del camino como signos de que el Reino está en gestación. Mientras tanto, nuestra misión es anunciarlo y construirlo entre nosotros con la persuasiva verdad del Evangelio. La misión que inició Jesús con el envío de los discípulos está abierta y nos toca continuarla con alegría y esperanza.
En esta semana, alguien me preguntó qué haría yo si me encontrase con los jóvenes que cometieron lo que hoy estamos reparando con este acto penitencial. Lo digo con toda libertad: me encantaría encontrarme con ellos; amicalmente, por cierto –dejaría el báculo, para que no crean que voy con un palo…-. Si fuera posible, dejar el túnel de las ideologías y, respetando la diversidad de ideas, me gustaría trazar un puente que nos una y practicar con ellos el antiguo arte del diálogo humano. Sentarnos, mirarnos a la cara, escucharnos y matear si las circunstancias lo permiten: es muy probable que podamos aprender unos de otros. Por mi parte, les hablaría de Jesús y sus ganas de encontrarse con ellos. Quizás no sepan que la Iglesia no tiene luz propia, su luz le viene de Cristo que es Luz del mundo; y esa luminosidad, la comparte con cada bautizado, para que, donde nos encontremos, hagamos brillar el Evangelio de la Vida. No sé, además, si sabrán que la Iglesia arde de deseos por anunciar el Reino y su justicia, renovando sus métodos y estilo pastoral para realizarlo. Si bien es cierto que no se pasa gratuitamente el límite que marca la razonable convivencia humana, −no sin dejar huellas de violencia y ahondar las diferencias hasta el desencuentro más cruel−, sin embargo, mirando hacia el futuro e imaginando mejores espacios de convivencia entre los argentinos, sobre todo entre los jóvenes, les propondría apostar a lacultura del encuentro, como nos invita el Papa Francisco, que movido con la audacia que da el Espíritu, hoy nos invita a ser creativos y a no claudicar en la construcción de un mundo más fraterno.

+Mario Aurelio Poli
3 de Octubre 20

viernes, 31 de mayo de 2013

El Cordobazo.

ARGENTINA
A 44 años del estallido popular que cambió la historia

"El saldo de la batalla de Córdoba -El Cordobazo- es trágico. Decenas de muertos, cientos de heridos. Pero la dignidad y el coraje de un Pueblo florecen y marcan una página en la historia argentina y latinoamericana que no se borrará jamás", escribió Agustín Tosco en su Carta sobre el Cordobazo que ACTA publica íntegramente.
Carta de Agustín Tosco sobre el Cordobazo

Martes 29 de mayo de 2012, por Redacción *ACTA
Se me ha pedido que escriba un artículo sobre el Cordobazo. Creo que lo que hay que escribir sobre este hecho de real trascendencia histórica, especialmente para Argentina y América Latina, es un libro. Porque son muchas, variadas y complejas, distantes e inmediatas, las causas que produjeron la circunstancia sociológica - política del Cordobazo.

Durante los meses de prisión en Rawson llené cinco cuadernos sobre el Particular. La transcripción de cuatro hojas en un reportaje de la revista "Inédito", motivó, según difusión pública, que la misma fuera clausurada. Aún así, con el tiempo, ese trabajo ha de aparecer, sin la pretensión de ser una visión totalmente objetiva, pero si al menos una interpretación personal sobre la base de la militancia sindical y de las propias posiciones adoptadas por nuestro gremio el Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, la Regional Córdoba de la CGT, el conjunto de gremios encabezados por SMATA (Sindicato de Mecánicos y Afines de la Industria Automotriz) y el permanente contacto con las agrupaciones estudiantiles, tanto de la Universidad Nacional como de la universidad Católica. Asimismo con los Sacerdotes del Tercer Mundo y distintas personas de los grupos profesionales y políticos.

Con esta previa aclaración y en el entendimiento de contribuir en modesto alcance a la reafirmación de las reivindicaciones populares, redacto estas líneas ligadas a este acontecimiento fundamental de las clases populares sucedido el 29 y 30 de Mayo de 1969.
¿Por qué se ha producido el Cordobazo?

Esta es una pregunta que no por repetida, deja de plantearse y de promover la investigación, la imaginación y particularmente el interés de todos los argentinos, desde el más humilde trabajador, hasta el sociólogo desentrañador de los fenómenos sociales, o de los políticos desde conservadores hasta revolucionarios.

En el penal de Rawson nos visitaron a los trece condenados que procedíamos de Córdoba, una Comisión de Solidaridad, compuesta por Compañeros de distintos gremios de esa ciudad, de Trelew y de otras localidades de la Provincia de Chubut. Nos preguntaron qué necesitábamos para nuestra salud, desde alimentos hasta indumentaria.

Respondimos que necesitábamos solidaridad militante. Pronunciamientos. Lucha contra la Dictadura. Les hablamos de nuestros trabajadores, de sus aspiraciones, de sus desvelos, de sus sacrificios. Les dijimos que las fogatas que alumbraban las calles de Córdoba surgían desde el centro de la tierra impulsadas y encendidas por nuestra juventud estudiosa y trabajadora y que jamás se apagarían porque se nutren de la vida y de los ideales de un pueblo rebelado contra la opresión que se ejercía sobre él y estaba dispuesto a romperla, pasara el tiempo que pasara. Dijimos la verdad, la verdad de todo lo que queríamos. Los trece condenados de Rawson éramos de extracción, situación y condición heterogénea. Pero todos coincidíamos. No exagero al manifestar que varios de los miembros de la Comisión de Solidaridad y ellos están para testimoniarlo, sintieron correr lágrimas sobre sus mejillas. Al fin y en esta tensa conversación, plantearon la pregunta: ¿Por qué se ha producido el Cordobazo? Respondimos, con lo que creo es la esencia de la respuesta a tanto interrogante y a tantas elucubraciones que andan dando vuelta como conclusiones: el Cordobazo es la expresión militante, del más alto nivel cuantitativo y cualitativo de la toma de conciencia de un pueblo, en relación a que se encuentra oprimido y a que quiere liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla y se lo impiden quienes especulan y se benefician con su postergación y su frustración de todos los días.

¿Y por qué Córdoba precisamente? Por que Córdoba no fue engañada por la denominada Revolución Argentina. Córdoba no vivió la "expectativa esperanzada" de otras ciudades. Córdoba jamás creyó en los planes de modernización y de transformación que prometió Onganía, Martínez Paz, Salimei y Ferrer Deheza y luego Borda, Krieger Vasena y Caballero. La toma de conciencia de Córdoba, de carácter progresivo pero elocuente, es bastante anterior al régimen de Onganía. Pero se expresa con mayor fuerza a partir de julio de 1966.

La reivindicación de los derechos humanos, proceda de donde proceda, en particular de las Encíclicas Papales desde Juan XXIII, encuentran en nosotros una extraordinaria receptividad y así se divulgan especialmente en la juventud y en los Sindicatos. Si hay receptividad es que hay comprensión, y la comprensión deriva en entusiasmo, en fe y en disposición al trabajo, al esfuerzo e incluso al sacrificio para consumar los ideales que ya tienen vigencia en el ámbito universal.

Para reducir la cuestión a sus aspectos más cercanos, las grandes luchas previas al Cordobazo amanecen antes de los dos meses de la usurpación del poder por parte de Onganía. Y éstas, tanto como las que posteriormente se plantearon ya que siguen en vigencia, bajo distintas características, obedecen a la toma de conciencia de la necesidad de liberación que es el patrimonio principal de Córdoba dentro del panorama nacional.

Los principales e inmediatos antecedentes

A mediados del mes de Agosto de 1966 nuestra Organización Sindical emitió una Declaración en carácter de "Solicitada" cuyo título fue: "Signos negativos". Fue !a primera posición sindical en Córdoba contra la serie de medidas de neto corte represivo que implantaba la Dictadura. Esa declaración tuvo amplia repercusión, no sólo local sino nacional y podríamos decir que prácticamente inauguró la posición rebelde contra la política de Onganía y su equipo.

La muerte de Santiago Pampillón a manos del aparato represivo, puso en evidencia la histórica resistencia estudiantil. Nadie podrá olvidar las luchas y manifestaciones de protesta de todas las agrupaciones, las huelgas de hambre y el propio paro de una hora del movimiento obrero cordobés en solidaridad con los compañeros universitarios. Tuve el honor de integrar una Delegación Sindical de la CGT de Córdoba que acudió a Mendoza al sepelio de Santiago Pampillón. Allí discutimos los cordobeses con Gerónimo Izzeta que se encontraba casualmente y le increpamos la pasividad de la CGT Nacional. Al mismo tiempo que se manifestaba el ascenso del espíritu de lucha de las bases sindicales y estudiantiles contra el régimen, los jerarcas del sindicalismo nacional iban justificando ?en actitudes? su posterior proclamación a todos los vientos de la "filosofía participacionista".

Tanto como la represión crecía también la resistencia aumentaba. Una manifestación incidental revelaba las distintas formas del repudio al régimen y a sus cómplices. En Córdoba circuló profusamente una hoja impresa que reproducía a Francisco Prado, participando del Festival del Folklore en Cosquin Enero de 1967 -mientras era avasallado el Sindicato de Portuarios, despedazado su convenio colectivo de trabajo y despedidos sus dirigentes y militantes más esforzados. Prado era Secretario General de la CGT Nacional. Esas hojas circularon por todo Córdoba y la gente evidenciaba su condena ante la claudicante actitud.

En el mismo mes de febrero de 1967 y en función del Paro Nacional resuelto para el primero de Marzo de dicho año, en esta ciudad se realizaron grandes manifestaciones obreras.

El diario ?"Córdoba" reprodujo varias fotografías de los actos y una en particular de la represión, donde constó mi detención junto con varios compañeros de la columna de Luz y Fuerza. Fue un plan de lucha de alcance nacional, frustrado por el incipiente participacionismo y dialoguismo que terminó una vez más confiando, según expresiones del propio Francisco Prado, en el nuevo ministro Krieger Vasena, porque según él: "Habría cambiado y su gestión podría ser útil a los trabajadores". Pese a esto, la posición de casi todos los sectores populares, especialmente de Córdoba, conminaba a continuar la lucha.

Quiero transcribir una frase de un documento sindical del 23 de Febrero de 1967, por su carácter premonitorio del "Cordobazo". Decía así: "La historia grande ¡está jalonada de hitos como el que ayer fuera protagonizado por el movimiento obrero de Córdoba, en los talleres y fábricas, en las calles de nuestra ciudad. Porque fue la de ayer una jornada escrita con rasgos vigorosos y expresiones estentóreas que desbordaron los lindes habituales y se prolongaron luego en los grafismos de la prensa y de la televisión, en la retina y en el ánimo de los millares de protagonistas y espectadores que vivieron las secuencias del plan de acción desplegado por la CGT y gremios confederados de Córdoba. Fue una jornada lúcida y comprometida que nos acerca un poco más a la definición crucial que forzosamente tiene que producirse por imperio de la situación a que ha sido arrastrado el pueblo argentino, y sobre la que los trabajadores tenemos adoptada una posición clara, concreta e irreductible".

La represión que siguió al paro del primero de marzo de 1967 y la desastrosa conducción de la CGT Nacional produjo un notorio vacio que estuvo signado fundamentalmente por la oposición cada vez más abierta entre las bases sindicales y dirigentes vinculados a ellas y el participacionismo entreguista anidado en la sede de Azopardo en la Capital Federal.

Las bases demandaban un nuevo Plan de Acción. En Tucumán el ataque a los derechos de los trabajadores iba en aumento. En octubre de 1967 la Delegación de Córdoba en el Congreso de la Federación de Luz y Fuerza reclamaba ese Plan de Acción, inspirada en las propias demandas vigentes en nuestra ciudad y denunciaba los hechos más alarmantes que estaban sucediendo.

La preocupación de los dirigentes nacionales se centraba exclusivamente en normalizar la CGT en ese entonces en manos de la Comisión Delegada. ¿De qué teníamos los cordobeses clara conciencia a fines de 1967? ¿Cuál era nuestra denuncia? ¿Cuál era nuestra posición?

En apretada síntesis expresábamos: Bajo el lema de modernización y transformación el gobierno planteó un plan económico, cuya base filosófico-política se asentó aparentemente en el más ortodoxo y crudo liberalismo, en la resurrección del "dejar hacer, dejar pasar", en la vigencia de un libre empresismo a ultranza, que provocaría la estabilidad y la multiplicación de los bienes económicos del país. Sin embargo esta declamada libertad económica no es sino un esquema destinado sustancialmente a someter al país integrándolo a la crisis del sistema capitalista monopolista como elemento compensador del deterioro cada vez más pronunciado del mismo.

Más adelante señalábamos: "Ya desde hace tiempo en todas las naciones del mundo ha concluido la etapa del liberalismo que aquí se pregona. Las potencias industriales practican un crudo dirigismo económico; en el sistema interno protegiendo su mercado productor e incluso consumidor por vía de las barreras aduaneras y otros dispositivos complementarios; en el aspecto externo creando organismos internacionales supeditados a ellas que imponen la política de la libre penetración y de la libre explotación de los pueblos subdesarrollados por los monopolios que actúan desde las grandes metrópolis. Esta libertad económica impuesta y dirigida desde afuera, especialmente desde las concentraciones monopolistas norteamericanas a la par de favorecer desmesuradamente a las mismas y a su país de origen, provocan en Argentina la agudización de la crisis y la profundización de los efectos recesivos?.

En los pronunciamientos sobre los aspectos económicos se concluía: "Lo que se pretende realmente es quebrar a la industria nacional y dejar el mercado de consumo a merced de los monopolios. Así lo ha expresado genéricamente la Confederación de la Industria al referirse que esta política de transferencia formales y reales es en el más benigno de los juicios, un mal signo. En lo que hace a las empresas del Estado la aprobación de la Ley de Hidrocarburos y la Ley de Sociedades Anónimas, confirma crudamente la programática oficial de entrega del patrimonio estatal y de la conducción básica y fundamental de la economía a los intereses extranjeros. Nadie duda ya que el plan trazado es contrario a un auténtico desarrollo, atenta contra el nivel de vida de la población, sirve a los grupos de la reacción y del privilegio, compromete el porvenir del país y lesiona la soberanía nacional".

En las cuestiones sociales se denunciaba "el aumento de todos los precios de los artículos de uso y de consumo, agotando la capacidad adquisitiva de las remuneraciones. El incremento de la desocupación. La paralización de la Comisión del Salario Vital, Mínimo y Móvil. La imposición del arbitraje obligatorio para los diferendos laborales. La ley de represión de los conflictos sindicales. La intervención a Sindicatos, el retiro o suspensión de personerías gremiales. La eliminación o restricción de las representaciones sindicales en la Empresa del Estado, incluidos los organismos de previsión social. La violación de los contratos colectivos de trabajo. La ley de congelación de salarios. La modificación de la ley de indemnizaciones por despido. El aumento de la edad para acogerse a la jubilación y la eliminación de las compensaciones por años de servicio".
Como últimos detalles de las denuncias contra la reaccionaria política que se llevaba adelante se señalaba: "Simultáneamente el Gobierno pretende tener un consenso tácito de la opinión pública, pero no abre vías de ninguna naturaleza para probar con la expresión del pueblo si ello es cierto o no, mientras justifica tamaño despropósito con la supuestamente perjudicial posibilidad de enfrentar a un debate político al país. Con la lógica perseverancia de sus propósitos retrógrados el Gobierno aprueba la Ley de Defensa Civil que militariza a toda la población a partir de los 14 años de edad, bajo el pretexto de asegurar el frente interno, pero con la finalidad de reprimir toda legitima defensa de los intereses económicos, sociales y políticos de los trabajadores. Más adelante dicta la denominada ley de represión al comunismo, que engloba a todas las personas o instituciones que protesten o lleven adelante una acción para proteger sus derechos. Supera el cuadro represivo macartista dejando al Servicio de Informaciones del Estado la calificación de toda persona que tenga "motivaciones ideológicas comunistas", añadiendo un régimen punitivo que llega hasta los nueve años de prisión. Intervienen las Universidades Nacionales, anula la participación de la juventud estudiosa argentina en la vida de las mismas, proyecta una reglamentación limitacionista y disuelve los Centros de Organización Estudiantiles. Viola el secreto de la correspondencia cual modernos inquisidores celosos de toda opinión adversa a la dogmática oficial. En el ámbito internacional propuso, felizmente rechazada, la institucionalización de la Junta Interamericana de Defensa, cual moderno gendarme de los Pueblos de América Latina que bregan por su emancipación integral, a fin de mantenerlos en el subdesarrollo, en el estancamiento y en la dependencia neocolonial".

Allí se realizaron denuncias que si bien eran conocidas por todos, no todos la realizaban. Eran las delegaciones cordobesas por lo general las que sustentaban estos planteamientos en todos los ámbitos.
En Córdoba se expresó poco tiempo después una resolución de la CGT local que declaró persona no grata al Presidente Onganía, y eso trasuntaba el creciente desafío al régimen autocrático, no cuestionado a nivel masivo con tanto vigor como se daba en Córdoba.


La rebelión de las bases sindicales

La Comisión Delegada de la CGT Nacional, intentó por todos los medios la construcción de un Congreso adicto a las teorías del participacionismo. Que era hacerse eco de toda la política del Gobierno y lograr la participación en el proceso. Una renuncia clara a las reivindicaciones obreras y populares que merecía una repulsa general.

El "dirigentismo" de los jerarcas de las organizaciones nacionales, luego de prolijos cortejos de delegados, al estilo de los viejos comités de la política criolla de la Década Infame, resolvió la convocatoria a un Congreso Nacional para la normalización de la Confederación General del Trabajo.

Llegó a tanto la podredumbre de los dirigentes participacionistas, que sostenían que en ese Congreso no podían participar las Organizaciones que estaban intervenidas, entre ellas la de más caudal de afiliados o sea la Unión Ferroviaria, además de los trabajadores portuarios, de prensa, químicos, del azúcar, etc.. Querían hacer un Congreso con los que habían tolerado la Dictadura y sancionar a su vez con tal exclusión a los que habían luchado, habían sido intervenidos y eran perseguidos por los violadores de todos los derechos sindicales.

Todos quienes continuaban fíeles a los principios sindicales, incluso los sindicatos intervenidos designaron delegados a tal Congreso, comprometiendo a quienes estaban con la Dictadura a que en el propio Congreso los inhibieran de actuar. El 28, 29 y 30 de Marzo comenzó el Congreso. Los dirigentes que coincidían con Onganía, no tuvieron el valor de acudir a impugnar a quienes.querían excluir desde la? bambalinas. El Congreso se realizó con todas las organizaciones combativas, incluidas las intervenidas, y con poco más de la mitad de los delegados suficientes para el quórum se proclamó la lucha contra la Dictadura y el desconocimiento a todos lo jerarcas del participacionismo. De allí nació lo que fue denominada CGT de los Argentinos, encabezada por Raimundo Ongaro.

Las bases sindicales repudiaban toda la política de conciliación vergonzosa y una ola de manifestaciones, de actos, todos organizados por los sindicatos de la CGT de los Argentinos, cubrió una verdadera celebración del 1° de Mayo de 1968.

En Córdoba más de cinco mil personas concurrieron al local del Córdoba Sport Club, en el que juntamente con Ongaro hice uso de la palabra denunciando una vez más, ratificando lo que veníamos señalando desde 1966, que la Dictadura hundía al país.

El 28 de Junio de ese mismo año la CGT de Córdoba programó un acto frente al local de la misma, en repudio al Segundo Aniversario de la Dictadura. La represión, como lo hacia repetidas veces descargó todo su aparato y se contabilizaron trescientos veintidós presos entre los manifestantes. El movimiento obrero, el estudiantado, los sectores populares pugnaban por expresar su protesta en la calle y sucesivamente eran reprimidos. Pero no descansábamos. Algunos ya sostenían que no era posible programar actos, ya que la Policía no los permitía y que la gente se cansaba. La mayoría sostuvo que no. No queríamos dejar de lado nuestro derecho a expresamos, a protestar, a exigir soluciones. Una y otra vez nos disolvían encarcelando a trabajadores y estudiantes.

En Septiembre de 1968, la CGT y el Frente Estudiantil en Lucha programó una semana de Protesta en recordación de los Mártires Populares, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Santiago Pampillón. Ya el Gobernador Caballero, que había suplantado a Ferrer Deheza, lanzaba la constitución de un Consejo Asesor, como forma perfeccionada del participacionismo como experiencia piloto para todo el país.

La Semana de los Mártires Populares fue violentamente reprimida. Cayó baleado el joven estudiante Aravena, que hoy aún se encuentra impedido físicamente en forma total, como producto de aquel alevoso ataque. Los actos fueron disueltos. Se atacó a una manifestación encabezada por dirigentes sindicales, estudiantiles y Sacerdotes del Tercer Mundo, que provenían de una Misa por Santiago Pampillón. Se disolvieron los actos frente a la CGT. Se encarcelaron a varios militantes y representantes sindicales y estudiantiles que estuvieron casi un mes en Encausados.

A fines del mismo 1968, la CGT organizó otro acto que fue igualmente reprimido. Todos sentíamos una real indignación y la condena al régimen tomaba ribetes de furia. Nada era posible hacer. La represión se manifestaba en todo momento. El gobierno seguía su propaganda para el Consejo Asesor. La Federación de Luz y Fuerza suspendía a nuestro sindicato por estar adherido a la CGT de los Argentinos.

Los jerarcas sindicales habían realizado su propio Congreso, pero no tenían ninguna vigencia en las bases. En Córdoba eran abiertamente repudiados por la Clase Trabajadora. Mientras en todos los órdenes la política de Onganía seguía consolidándose en el sentido de la fuerza y la opresión.

Mientras por otra parte, en el Pueblo crecía la rebelión contra tanto estado de injusticia, de desconocimiento de los Derechos Humanos. A fines de 1968, se cumplió el 20° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Luz y Fuerza realizó algunas conferencias sobre el particular. Qué cotejo más dramático se realizaba entre el contenido de esta declaración que coronó el final de la segunda guerra mundial y el régimen que imperaba en Argentina. Parecía que tantos sacrificios, tantas vidas, por el respeto a los derechos del hombre, hubieran sido inútiles.



1969: el año del Cordobazo

Hemos reseñado los males del régimen a escala nacional y hemos particularizado las posiciones de Córdoba por ser las más relevantes contra la Dictadura en el orden nacional.

Ya también Hilda Guerrero de Molina, mártir obrera de Tucumán engrosaba las filas de quienes habían caído defendiendo sus ideales, enfrentando al régimen de Onganía.

El régimen comunitario era publicitado desde todos los ángulos del equipo gobernante. Córdoba se había convertido en la experiencia piloto y el Dr. Caballero había constituido su Consejo Asesor que sería convalidado con bombos v platillos en la Reunión de Gobernadores de Alta Gracia. Allí llegó Onganía en el mismo automóvil y en la misma posición ideológica y con los mismos propósitos de Caballero.

Antes habíamos redactado un importante documento. Un documento que se denominaba Declaración de Córdoba y que se dio a publicidad el 21 de Marzo de 1969. Dos meses y días antes del Cordobazo.
En el reseñábamos lo problemas principales de orden local que sumados a los de orden nacional y en función a la toma de conciencia del pueblo de Córdoba sobre la validez de sus derechos, podríamos decir que encuadraron la heroica reacción popular del Cordobazo.

En la introducción se decía; "Nuestra Provincia soporta un descalabro gubernativo, una manifiesta inoperancia en los más altos niveles jerárquicos oficiales, una ineptitud generalizada en la conducción de la cosa pública. Paralelamente a esta ineficacia se destaca un oscuro y torpe manejo de los instrumentos del poder, para favorecer a los círculos del privilegio económico y financiero, para exaccionar los modestos recursos monetarios de la población, para burlar la auténtica representatividad popular mediante el fraude neocorporativista, para manipular desvergonzadamente a algunos miembros de la justicia,intentando abiertamente ponerlos al servicio de la tolerancia cómplice hacia el crimen de algún conspicuo allegado al régimen".

No se recuerda que nuestra provincia haya soportado tamañas iniquidades públicas. Nunca el pueblo cordobés contempló, un ejercicio sensual del poder usurpado con la impunidad que se manifiesta, y con el visto bueno de un Poder Central que en muchos casos lo pone como ejemplo de experiencia a proyectarse en toda la nación.

Esta situación insoportable en todos los órdenes, obliga a la clase trabajadora cordobesa a repudiar públicamente al gobierno local, a corresponsabilizar a la Dictadura de Ongania de todos sus actos y a actuar cada vez más unida y enérgicamente para lograrla instauración del ejercicio pleno de los derechos y garantías que pertenecen inalienablemente a los trabajadores y ciudadanos, y a la práctica de la función gubernativa en un plano de dignidad y de real interpretación de las aspiraciones del Pueblo". Señalábamos y no lo hacíamos nosotros por una elucubración al margen de las posiciones populares, sino como una expresión auténtica que palpitaba en toda la población que: "Consejo Asesor: Durante bastante tiempo el Gobierno de Córdoba trabajó intensa y solapadamente, para implementar el denominado Consejo Asesor Económico Social. Sus fundamentos se basaron en el supuesto interés por consultar sectores representativos de la comunidad y darles participación en el análisis y programa de los actos gubernativos".

Luego se indicaba: "Asimismo se pretende remedar el engendro del Consejo Asesor, con los Consejos Económico-Sociales de vigencia positiva en algunos países del mundo estructurados políticamente sobre la base de la voluntad soberana del Pueblo".

Y por último, luego de otras consideraciones: "El Consejo Asesor procura la domesticación de la sociedad,su estratificación definitiva y si hoy se viste con los ropajes de una aparente inocencia, con el tiempo todos deberán lamentar su consolidación como aparato de poder omnipotente, sin apelaciones, en el que se fundamentará y basará el régimen para implantar un sistema de vida repudiado por la historia y con el cual se identificó con su saludo romano el otrora joven camisa negra, hoy Gobernador de Córdoba, Dr. Carlos Caballero."

Sobre el caso Valinotto, se señalaba, "la opinión pública cordobesa y también la nacional observan con estupor como un Juez de Córdoba, dispuso la libertad de un criminal basándose en el testimonio, denominado "de abono" del Ministro de Gobierno, Dr. Luis E. Martínez Golletti, y del Vocal del Superior Tribunal de Justicia Dr. Pedro Angel Spina".

Y culminaba el análisis sobre este tema: "El Sr. Gobernador de Córdoba, Dr. Carlos Caballero, ante la renuncia verbal de su Ministro de Gobierno, Dr. Martínez Golletti, resolvió, rechazarla ratificándole su confianza".
Sobre los impuestos de orden local recalcábamos: "Los centros vecinales de Córdoba, integrados en su mayoría por trabajadores, han denunciado el asalto fiscal de que son objeto, han protestado, han señalado la ilegalidad de las medidas tributarias, pero el gobierno ha permanecido incólume, ofreciendo una transitoria y demagógica rebaja que no altera la situación de fondo y que ha determinado la resistencia al pago, como único camino para hacerse escuchar, aunque el gobierno sigue y seguirá sordo a los reclamos del pueblo, embebido en su absolutismo y cegado por su tortuoso designio político.

Sobre los problemas laborales se daba el caso de las "quitas zonales" que afectaba fundamentalmente al gremio metalúrgico. La anulación de la Ley del Sábado Inglés, que había sancionado en el año 1932 y que rebajaba en un 9,1 °/o los salarios mensuales de los trabajadores. El Departamento Provincial de Trabajo resultaba totalmente inoperante. Se distinguía que "Córdoba es, a no dudarlo, el paraíso de los recibos en blanco, que sirven para robar de los ya magros salarios de los trabajadores, partes sustanciales y crear la inseguridad en la permanencia de su empleo". Por otra parte se dispuso el cierre de una serie de escuelas nocturnas de capacitación a la que concurrían los trabajadores, con el fundamento de que se habían agotado las instancias para que los mencionados establecimientos pasaran a formar parte del organigrama secundario provincial.

Las tropelías de la denominada "Brigada Fantasma", también enardecieron al pueblo de Córdoba. Decíamos sobre el particular: "Todo el país conoce ya el increíble episodio de la "Brigada Fantasma", denominada así por sus oscuras andanzas no en resguardo de la seguridad pública, sino atentando contra la misma. Intimidando a gente inocente, persiguiendo a supuestos delincuentes y extorsionando a los detenidos". Se concluía sobre este punto: También el episodio de la "Brigada Fantasma", por más que se haya dispuesto su disolución y la detención de los "policías" que la integraban, no fue descubierta por la preocupación o la diligencia de los funcionarios del gobierno. Se conoció y se investigó por las denuncias periodísticas que constituye hoy el único medio que tiene el Pueblo para defenderse de alguna manera de los atropellos a que es sometido por un Gobierno, que inexorablemente "será juzgado como el más nefasto para los derechos de toda la población de Córdoba". Para no extenderse más sobre este extenso documente señalaré una frase mas: "Una ínfima minoría, los dedos de una mano sobran para contarlos, de "dirigentes" sindicales, apoya el régimen cordobés. No es así sin embargo en el orden nacional.

La asistencia de más de cuarenta jerarcas gremiales a una entrevista con Onganía ha demostrado que el espíritu de lucha de los trabajadores y del pueblo, tienen un fuerte contingente de desertores, sumados a la programática del régimen: política de sometimiento económico, de opresión social, de oscurantismo cultural y de mordaza cívica, sojuzgando a todos los argentinos que quieren un país en el cual se operen fundamentales transformaciones que posibiliten un inmediato porvenir donde impere la justicia social; donde se produzca la independencia económica, liberando a la patria de la penetración y dominio monopolice e imperialista; donde se materialice la soberanía política sobre la base de la libre voluntad popular y donde la democracia integral se practique sin ningún tipo de proscripciones e inhabilitaciones para todos los argentinos".

Cubríamos el final exhortando a la unidad, a la acción común reinvindicativa, de todas las Organizaciones Sindicales para la prosecución de la lucha en defensa de nuestros derechos.

Estalla la caldera

Los trabajadores metalúrgicos, los trabajadores del transporte y otros gremios declaran paros para los días 15 y 1° de Mayo, en razón de las quitas zonales y el no reconocimiento de la antigüedad por transferencia de empresas, respectivamente. Los obreros mecánicos realizan una Asamblea y a la salida al ser reprimidos, defienden sus derechos en una verdadera batalla campal en el centro de la ciudad el día 14 de Mayo. Los atropellos, la opresión, el desconocimiento de un sin número de derechos, la vergüenza de todos los actos de gobierno, los problemas del estudiantado y de los centros vecinales se suman. Se paraliza totalmente la ciudad el día 16 de Mayo. Nadie trabaja. Todos protestan. El Gobierno reprime.

En otros lugares del país, estallan conflictos estudiantiles por las privatizaciones de los comedores universitarios. En Corrientes es asesinado el estudiante Juan José Cabral y ese hecho tiene honda repercusión en toda la población de Córdoba. Se dispone el cierre de la Universidad. Todas las agrupaciones estudiantiles protestan y preparan actos y manifestaciones. Se trabaja de común acuerdo con la CGT.

El día 18, es asesinado en Rosario el estudiante Adolfo Ramón Bello. Realizamos con los estudiantes y los Sacerdotes del Tercer Mundo una marcha de silencio en homenaje a los caídos.

El día 20 de Mayo, fui detenido e incomunicado en el Departamento de Policía "en averiguación de antecedentes". Recupero la libertad al día siguiente. El día 21, se concreta un paro general de estudiantes. Una serie de comunicados del movimiento obrero lo apoyan. En Rosario cae una víctima más. El estudiante y aprendiz de metalúrgico Norberto Blanco, es asesinado en Rosario. Se instalan Consejos de Guerra.

El día 22 de Mayo, los estudiantes de la Universidad Católica se declaran en estado de asamblea y son apoyados por el resto del movimiento estudiantil. El día 23 de Mayo, es ocupado el Barrio Clínicas por los Estudiantes. Es gravemente herido el estudiante Héctor Crusta de un balazo por la Policía. Se producen fogatas y choques. La Policía es contundente, y los choques se hacen cada vez más graves.

El día 25 de Mayo, hablo en la Universidad Católica de Córdoba y hago una severa crítica y condena a los sangrientos atropellos de la Policía y de los arbitrarios procedimientos del Consejo de Guerra en Rosario.

El día 26 de Mayo, el movimiento obrero de Córdoba, por medio de los dos plenarios realizados, resuelve un paro general de actividades de 37 horas a partir de las 11 horas del 29 de Mayo y con abandono de trabajo y concentraciones públicas de protesta. Los estudiantes adhieren en todo a las resoluciones de ambas CGT.
Todo se prepara para el gran paro. La indignación es pública, notoria y elocuente en todos los estratos de ]a población.

No hay espontaneísmo. Ni improvisación. Ni grupos extraños a las resoluciones adoptadas. Los Sindicatos organizan y los estudiantes también. Se fijan los lugares de concentración. Como se realizaran las marchas. La gran concentración se llevara adelante, frente al local de la CGT en la calle Vélez Sársfieid 137.

Millares y millares de volantes reclamando la vigencia de los derechos conculcados inundan la ciudad en los días previos. Se suceden las Asambleas de los Sindicatos y de los Estudiantes que apoyan el paro y la protesta. El día 29 de Mayo amanece tenso. Algunos sindicatos comienzan a abandonar las fábricas antes de las 11 horas. A esa hora el Gobierno dispone que el transporte abandone el casco céntrico. Los trabajadores de Luz y Fuerza de la Administración Central, pretenden organizar un acto a la altura de Rioja y General Paz y son atacados con bombas de gases. Es una vez más la represión en marcha. La represión indiscriminada. La prohibición violenta del derecho de reunión, de expresión, de protesta.

Mientras tanto, las columnas de los trabajadores de las fábricas de la industria automotriz van llegando a la ciudad. Son todas atacadas y se intenta dispersarlas.


El comercio cierra sus puertas y las calles se van llenando de gente. Corre la noticia de la muerte de un compañero, era Máximo Mena del Sindicato de Mecánicos. Se produce el estallido popular, la rebeldía contra tantas injusticias, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policía retrocede. Nadie controla la situación. Es el Pueblo. Son las bases sindicales y estudiantiles, que luchan enardecidas. Todos ayudan. El apoyo total de toda la población se da tanto en el centro como en los barrios.

Es la toma de conciencia de todos evidenciándose en las calles contra tantas prohibiciones que se plantearon. Nada de tutelas, ni de los usurpadores del poder, ni de los cómplices participacionistas. El saldo de la batalla de Córdoba -El Cordobazo- es trágico. Decenas de muertos, cientos de heridos. Pero la dignidad y el coraje de un Pueblo florecen y marcan una página en la historia argentina y latinoamericana que no se borrará jamás.

En las fogatas callejeras arde el entreguismo, con la luz, el calor y la fuerza del trabajo y de la juventud, de jóvenes y viejos, de hombres y mujeres. Ese fuego que es del espíritu, de los principios, de las grandes aspiraciones populares ya no se apagará Jamás.

En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y el imperio de la voluntad soberana del pueblo, partimos esposados a bordo de un avión con las injustas condenas sobre nuestras espaldas. Años de prisión que se convierten en poco menos de siete meses, por la continuidad de esa acción que libró nuestro pueblo, especialmente Córdoba, y que nos rescata de las lejanas cárceles del sur, para que todos juntos, trabajadores, estudiantes, hombres de todas las ideologías, de todas las religiones, con nuestras diferencias lógicas, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su 

Compañero y su Hermano.
Agustín Tosco

* Equipo de Comunicación de la CTA Nacional

viernes, 10 de febrero de 2012

Malvinas debe ser una reivindicación primordial en cualquier programa auténtico que se autodefina como “nacional y popular”.


Los progresistas confunden el patriotismo antiimperialista con el fascismo

FERNANDO PABLO CANGIANO


    En Página/12 del 21/01 el periodista Luis Bruschtein (LB) escribe una Editorial que lleva el título de “Patriotismo”, en donde reflexiona en torno al conflicto de Malvinas y su significado. Por tratarse de un intelectual influyente dentro del círculo oficialista podemos suponer que sus opiniones expresan la opinión de un sector del progresismo más o menos cercano al kirchnerismo.
La nota es interesante y merece un análisis exhaustivo pues va directo al tema central que evoca la reivindicación de Malvinas: la relación que existe entre la guerra de 1982 en el Atlántico Sur y la cuestión nacional en un sentido más general, es decir, la defensa integral de las riquezas del país, tanto en el plano material como inmaterial (cultura, valores, etc.).
Dice con acierto LB que la dictadura cívico – militar que gobernaba la Argentina en 1982 “representaba lo opuesto (a lo nacional) y sin embargo pudo apropiarse de esta reivindicación y usarla en contra de todos estos propósitos, en contra de su pueblo, de los intereses nacionales y finalmente en contra del territorio”. Más adelante agrega: “no se construye un discurso nacional sólo con elogios al gaucho, a la bandera y a las Malvinas, golpeándose el pecho y hablando a los gritos, porque ese es el falso discurso patriótico que reproducía los valores dominantes de un liberalismo conservador opuesto a lo nacional y popular (...). Se puede hablar de gaucho, bandera y Malvinas y cantar chacareras todos los días y al mismo tiempo subordinarse al ALCA, al FMI y reprimir a estudiantes y trabajadores”.
En suma, según LB la fraseología vacía, la retórica sobre la Patria y sus símbolos antes y después de 1982 fue puro macaneo, una operación de encubrimiento de la completa claudicación del país ante los poderes mundiales (FMI, multinacionales, etc.). La conclusión es exacta, sin duda. Baste mencionar el proceso de extranjerización de la riqueza nacional, que se puso en marcha bajo la dictadura de 1976 (Martínez de Hoz, L. Sigaut, W. Klein, etc.) y continuó ininterrumpidamente durante el período “democrático”, hasta alcanzar su plena consumación con el menemismo. Corresponde agregar que hasta el día de hoy dicha extranjerización se mantiene intacta en lo esencial, pese a que un gobierno que se autodefine del campo nacional y popular gobierna la Argentina desde el 2003.
Pero hay un contrasentido en el planteo de LB porque precisamente lo que distingue a los sucesos de 1982 de las ficciones pseudopatrióticas anteriores y posteriores es que, por primera vez en 150 años, la reivindicación de Malvinas pasaba del inocuo ámbito de las declamaciones diplomáticas o de los enunciados escolares, al campo ardiente de la ocupación territorial efectiva, a la recuperación de la soberanía plena en el Atlántico Sur, cualesquiera que hayan sido las motivaciones subyacentes de quienes promovieron la recuperación de la soberanía austral.
Esa duplicidad que enerva con razón a LB se quebró el 2 de abril. Malvinas se elevó de los discursos a los hechos, de lo abstracto a lo concreto (diría Marx), de las palabras huecas a la recuperación del territorio y sus riquezas. Y al pasar al plano de la realidad desató una fenomenal reacción popular de júbilo, produjo en menos de lo que canta un gallo un reacomodamiento en el sistema de alianzas internacionales de la Argentina (retorno a los No Alineados, ruptura con EE.UU. y Europa, acercamiento a Cuba y Latinoamérica, estallido del TIAR, etc.), así como una paulatina toma de distancia de sectores políticos y sociales que habían apoyado firmemente a la dictadura desde el golpe del 76. La fuerza de los hechos provocó un freno en los proyectos privatizadores que había puesto en marcha meses antes el ministro de Economía de entonces, Roberto Alemann, hombre del riñón del liberalismo y varias veces candidato a ocupar ese cargo en los años posteriores, ya bajo la plena vigencia de las instituciones de la democracia (colonial).
Los cimientos mismos sobre los que reposaba la dictadura que gobernaba el país desde el ’76, y que constituían su verdadera razón de ser en términos históricos (alineamiento con Occidente imperialista, reconversión privatizadora del aparato productivo, freno al alza de masas del período anterior, desmovilización popular, represión interna, etc.), fueron sacudidos por el acto soberano del 2 de abril y sus consecuencias, muchas de las cuales escapaban a las intenciones de sus actores. Las Fuerzas Armadas dejaban de apuntar hacia adentro y enfocaban sus cañones hacia los históricos enemigos de nuestra plena independencia nacional. La nación en su conjunto se movilizaba en las calles no en torno a un triunfo deportivo sino alrededor de la lucha antiimperialista contra la alianza angloyanqui. Es indudable que el comportamiento de la conducción político-militar de la guerra no estuvo a la altura de las circunstancias. Cometió graves errores de cálculo, vaciló entre avanzar o retroceder, rechazó ayuda de otros países de América Latina, fue incapaz de extender el conflicto al plano económico, cultural, etc., tuvo siempre una actitud ambivalente. En Malvinas, por ejemplo, salvo honrosas excepciones, los oficiales y suboficiales jamás ejercieron el rol de liderazgo y esclarecimiento que insuflara motivación y concientizara a los soldados para la lucha. En definitiva ¿qué podía esperarse de un Ejército cuya oficialidad estaba en buena medida imbuida de las hipótesis de conflicto impartidas por la Escuela de las Américas en la cruzada anticomunista encabezada por EE.UU.?
Pero pese a todo lo anterior, LB coincidirá en que la ocupación de Malvinas y sus consecuencias políticas, diplomáticas, culturales, etc., no fueron “hechos imaginarios”, ni “ensoñaciones discursivas”, ni “arengas de cuartel”. Fue un acto real, tangible, de una fuerza incontenible, que provocó un inmediato cambio en el panorama político nacional. Precisamente esa fuerza material y espiritual anticolonial, cimentada en la sangre y el barro del combate, fue la que se pretendió erradicar finalizadas las operaciones militares en el Atlántico Sur, iniciando la indigna etapa de la “desmalvinización”. No fueron las vacilaciones en la lucha por nuestra soberanía lo que se condenó, sino la lucha misma.

Desmalvinización, sus causas

Dice LB que el proceso demalvinizador posterior a la derrota “…intentó esconder la responsabilidad de los generales detrás de la desgracia de esos jóvenes soldados, víctimas también de la dictadura.”. No es posible coincidir con esta afirmación. Lejos de exculpar a los generales que ordenaron la ocupación de Malvinas, el objetivo político de la “demalvinización” fue justamente el opuesto, como lo rebela el Informe Rattenbach de 1983 que próximamente se hará público por pedido de la Presidente. Se trataba de condenar la gesta, a quienes la ordenaron y cubrir de fango todo lo acontecido con una pesada capa de infamias, distorsiones y mentiras. No debía quedar en pie ni un ápice de grandeza en nuestra guerra contra Inglaterra y EE.UU.. Es preciso situarse en el momento histórico en el que ocurren los hechos. El capitalismo iniciaba una ofensiva para resolver su crisis de acumulación a escala mundial derivada del agotamiento del modelo keynesiano vigente desde finales de la segunda guerra mundial. Esa ofensiva (globalización) implicaba, entre otras cosas, la completa sumisión de los países periféricos a las leyes de funcionamiento del capital en expansión (apertura económica, desnacionalización, etc.). Era preciso que las palabras “soberanía” y “patriotismo” quedaran afuera del vocabulario político y cultural de la época. De pronto se tornaron obsoletas, arcaicas, semifascistas. El capitalismo comenzaba a asimilar los valores “universalistas” que hasta entonces caracterizaban al pensamiento de izquierda y echaba por la borda el ya viejo e inútil discurso del nacionalismo anticomunista.
La operación desmalvinizadora, que instauró en el imaginario social una matriz interpretativa falaz y derrotista sobre los hechos, perseguía, desde el punto de vista político, el objetivo de impedir que el discurso nacionalista (“malvinero”) de defensa de la soberanía se articulara con una perspectiva de democracia real, de contenido social, para abrir un nuevo ciclo de nacionalismo popular (“populismo”, diría E. Laclau), sobre la base del impulso emotivo, la experiencia y las enseñanzas que, tanto en el campo civil como militar, emergieron de Malvinas.

El progresismo y Malvinas

Es sabido que el ancho y difuso campo del “progresismo” pequeño-burgués padece de una congénita desconfianza hacia las reivindicaciones nacionales. No corresponde aquí rastrear sus orígenes pero tal vez se trate de una rémora arcaica, nunca del todo elaborada, que se arrastra desde el surgimiento mismo del peronismo, cuando socialistas, comunistas (stalinistas) y radicales, más toda la intelectualidad anglófila, caracterizaron al naciente movimiento patriótico y popular de la versión criolla del fascismo.
Malvinas se vincula indisolublemente a la cuestión de la nacionalidad y la soberanía, dos términos sospechosos en los ambientes intelectuales sensibles a las modas europeas. Por esa razón siempre ha sido un tema tabú para el “progresismo”. Malvinas no ha logrado hacer pie en los ambientes académicos, no ayuda a ganar concursos ni a obtener cátedras. En nuestras universidades se discute con pasión militante la Comuna de París, la rebelión de Kronstad, el Termidor soviético y Sierra Maestra, cuando no la obra de Bordieu, Giddens, Zizek y hasta la “filantrópica” vida del burgués Steve Jobs, pero nuestra guerra contra el imperialismo no figura en ningún Programa ni en ningún Manual de estudio, si no es para denostarla. Brilla por su ausencia. Ensayar una defensa de la lucha de Malvinas en nuestras universidades es casi como defender a la dictadura liberal pro norteamericana que masacró a miles de argentinos en la década del ‘70.
De las usinas intelectuales del “progresismo” han brotado posiciones abiertamente derrotistas y pro-imperialistas. Un caso extremo es el del filósofo León Rozitchner, recientemente fallecido. Rozitchner escribió un texto que luego se hizo sagrado en los ambientes intelectuales, “Las Malvinas: de la guerra ‘sucia’ a la guerra ‘limpia”’. En él pregonaba abiertamente la derrota argentina durante la guerra, sustentando su posición en la infalible “lógica científica” de su deseo subjetivo de que fracasara la dictadura, su “enemigo principal”. Pero como en el fragor de un conflicto bélico la lógica es binaria, si no triunfaba la dictadura con sus aliados de América Latina y el Tercer Mundo, triunfaban Inglaterra, EE.UU. y los paises europeos, que fue lo que finalmente sucedió para alegría de L. Rozitchner. Tal postura, naturalmente, fue embellecida con un abstruso palabrerío freudiano,  y constituyó para muchos “progresistas” una verdadera proeza intelectual de Rozitchner, un acto de valentía por haber resistido el influjo maligno de las mayorías populares que festejaban la expulsión británica de Malvinas y alentaban a los soldados que combatíamos en las islas a derrotar a los invasores.
Otras posiciones del progresismo fueron más moderadas pero esencialmente tributarias (y en muchos casos generadoras) de buena parte de las mistificaciones desmalvinizadoras que entraron en circulación con enorme impulso tras la guerra. Hay una profusa literatura en este sentido. Un texto que se destaca en esta línea es el de H. Verbitsky “Malvinas, la última batalla de la Tercera Guerra mundial”. Más allá de la confusión presente en el mismo título (¿quién son las partes en esta batalla?), es claro el propósito del autor de derribar cualquier tentativa de erigir a Malvinas como una causa nacional que galvanice al pueblo argentino. Hasta el criminal hundimiento del Crucero Belgrano es presentado como una acción provocada por la Armada Argentina. Nada puede rescatarse de aquella guerra, ninguna enseñanza, ninguna experiencia fue digna, las muertes fueron estériles, todo fue un gran fraude. La única conclusión posible de su postura es que el triunfo inglés fue lo mejor que pudo sucederle al país. Se impuso la idea absurda, de que Malvinas era antitética con las aspiraciones democráticas del pueblo argentino. El triunfo en Malvinas le garantizaba 100 años de supervivencia a la dictadura (la “perpetuaba”, se decía). Tal es el paradigma que intenta imponer el texto de Verbitsky, y que fue uno de las principales zonceras desmalvinizadoras que se echaron a rodar tras la guerra, con un inocultable apoyo de la propaganda británica y norteamericana. Pero cualquiera que conozca apenas superficialmente la historia política del siglo XX (y suponemos que la intelectualidad progresista la conoce), ¿puede creer que es posible ganar una guerra contra el imperialismo sin movilizar a toda la sociedad en esa batalla y, en consecuencia, provocar conciente o inconcientemente una profunda democratización del país?
Mirándolo más de cerca es a todas luces sorprendente que intelectuales “progresistas” que se ufanan de pertenecer al campo “nacional y popular” sostengan posiciones sobre Malvinas que son básicamente idénticas a las de la intelligentzia antinacional y antipopular encaramada en los dispositivos de producción de saber del sistema semicolonial. Es inadmisible pues estamos hablando nada menos que de la única guerra que libró nuestro país contra el imperialismo mundial durante el siglo XX, lo que por ese solo hecho debería resultar un tema de enorme trascendencia para quienes abrevan en el campo nacional y popular.
Ese progresismo, que se proclama nacional, debería aportar hoy en sus múltiples manifestaciones y cartas públicas, un programa meditado de acción concreta orientado a la recuperación plena de la soberanía, en la senda antiimperialista y latinoamericana abierta por Malvinas. ¿Es coherente con el auténtico patriotismo, le preguntamos a LB, la presencia de fuertes capitales británicos en la energía, las finanzas, las telecomunicaciones, la industria alimenticia, la industria cultural, etc.?, ¿no es esto un síntoma claro de la misma duplicidad que acertadamente le adjudica LB a la dictadura?
El progreso social y cultural, la democratización real de nuestra sociedad, la lucha por la igualdad en sus múltiples aspectos y dimensiones, es inseparable de la defensa irrestricta de nuestra soberanía territorial. En el devenir de la historia nuestra, Malvinas representa la voluntad de la nación de ser independiente y libre de cualquier forma de dominación extranjera. Esa independencia es condición necesaria para el desarrollo de un proyecto nacional auténticamente progresista y autónomo. Por tal razón Malvinas debe ser una reivindicación primordial en cualquier programa auténtico que se autodefina como “nacional y popular”. De lo contrario, estaremos frente a una nueva versión de la retórica insustancial que denuncia acertadamente LB en la nota que comentamos.
Fernando Pablo Cangiano
Ex soldado Combatiente de Malvinas