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viernes, 3 de enero de 2014

El lunes 30 de diciembre de 2013, se celebró en la Catedral Metropolitana la misa por el 9º aniversario de la tragedia de Cromagnon, acontecida en la ciudad de Buenos Aires el 30 de diciembre del 2004.

Síntesis de la Misa por el 9º aniversario de la tragedia de Cromagnon




La celebración estuvo presidida por el arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina monseñor Mario Aurelio Poli y concelebrada por el obispo de Gualeguaychú monseñor Jorge Eduardo Lozano, junto con los sacerdotes César FemiaMartín Rebollo Paz y Gonzalo Zervino OFM.


En su homilía --de la tomamos algunos párrafos--, el arzobispo porteño destacó el valor de la esperanza:
La Navidad trae una inmensidad de regalos. Con Jesús vienen los dones del Espíritu Santo. Entre tantos regalos es la esperanza la que me inspira para esta tarde. Esta misa está transida de dolor por la partida no querida, que ya conocemos. La esperanza es la virtud que Dios nos regala en el bautismo. Esperanza con mayúsculas. La que nos lleva a la felicidad. Los seres humanos estamos llamados a la felicidad y a la esperanza. Las pequeñas esperanzas —más justicia, que un hijo se cure, que consiga trabajo un esposo, un hermano, de poder vivir mejor— son iluminadas y arrastradas por la gran esperanza que Dios nos regala. Los cristianos podemos esperar contra toda esperanza. Nos ponemos de pie aún cuando estamos cascoteados. Seguimos caminando a pesar de las adversidades. La mayor esperanza es que nos vamos a encontrar en el cielo: hay que decirlo con todas las palabras. He compartido esta misa con ustedes cuando era vicario de Flores, sé que mi hermano Jorge [Lozano] los acompañó siempre. Me acordaba de ustedes allá en La Pampa cada 30 de diciembre. El Niño vino a abrirnos las puertas de la eternidad. Vino a decirnos que la muerte no tiene la última palabra. En este lenguaje de esperanza y vida, los invito a tomar de la Eucaristía lo que cada uno necesita para seguir caminando. No falten nunca a esta misa: en sus capillas, parroquias. Cuando estén desalentados, tristes busquen al Niño, el que nos hace levantar el mentón y nos hace elevar la mirada por encima del horizonte. Les digo con mucho amor: bendecida Navidad para cada uno de ustedes”.


Cada familia, llevó al altar una vela encendida, símbolo del ser querido fallecido en el incendio.


Raúl Morales, papá de Sofía fallecida aquella noche, leyó la Oración por la Esperanza:
Te pedimos, Jesús amigo,
que nos ayudes a mantener siempre encendida la luz de la esperanza.
Luz que fortalece. Luz que guía nuestras vidas.
Aunque soplen vientos fuertes que nos hagan dudar…, debilitando.
Esa llama no se apagará,  iluminando siempre nuestros corazones. 
Virgencita María,
que fuiste eterna compañera en momentos difíciles de nuestras vidas,
nunca nos abandonaste.
Envía tus gracias para que podamos dar ayuda:
A los hambrientos de fe,
A los niños necesitados de amor y comprensión,
A aquellos que sufren injusticias,
A las mentes y cuerpos enfermos,
A los que están confundidos por la avaricia y el poder.
Que la Esperanza sea nuestro escudo
Para dispersar nuestros temores y angustias.
Y así disfrutar de paz en nuestras almas.
Fortalécenos y enséñanos a lograrlo
Para poder ser testigos de la grandeza espiritual que da la esperanza, de la mano con la Fe.
María, Jesús, Ángeles del cielo
Sabemos que están a nuestro lado
Indicándonos el camino correcto del amor, el perdón y la solidaridad.
Sentimos esa mano amiga
Tan solo les pedimos poder tomarla.
Para no soltarla jamás.
Amén.


Antes de recibir la bendición final, monseñor Lozano leyó una carta que el Papa Francisco le hizo llegar por correo electrónico para ser compartida con todas las familias. A continuación, el texto completo de la carta:

Carta del Papa Francisco por Cromañón
Para Jorge Lozano
Querido hermano:
En estos días en que se renueva la esperanza no puedo olvidar a los chicos de Cromañón, a sus padres y a sus familiares. Sé que vos estás muy cercano a ellos y por eso te pido que les hagas llegar mi recuerdo y mi cercanía.
Las heridas duelen y más todavía cuando no se tratan con ternura. Mirando a Jesús niño, todo ternura, pido para con todos ellos esta actitud: que sepamos tratar con cuidado y ternura todas las heridas. Están allí: no es posible esconderlas ni negarlas. Sólo una tierna caricia desde nuestro corazón, con silencio y respeto, puede aliviar.
Y como la máxima ternura es la de Dios pidámosle a El que a cada uno les acerque su consuelo cálido de padre y nos enseñe a todos a no quedarnos solos sino a seguir buscando la compañía de los hermanos.
A vos y a ellos les deseo una santa Navidad. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.
Y, por favor, no se olviden de rezar por mí.
Fraternalmente,
Francisco
  

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Mensaje al Sr. Arzobispo de Córdoba, Mons. Carlos Ñáñez








 


Estimado hermano:
Reunidos en la 166º Comisión Permanente, te hacemos llegar nuestra cercanía y apoyo ante los graves acontecimientos de la provincia de Córdoba.
Te pedimos hagas extensivo este saludo a los demás Obispos, sacerdotes y fieles de la provincia.
Rogamos al Señor para que regale serenidad y cordura en este tiempo de Adviento, y que María Santísima, Reina de la paz, proteja a todos los cordobeses.
Los Obispos de la 166º Comisión Permanente

sábado, 16 de marzo de 2013

Tras el enorme impacto que produjo la noticia del ex arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, elegido como el nuevo papa, una fotografía falsa comenzó a circular por las redes sociales donde se ve a Francisco I dando la comunión al ex represor Jorge Rafael Videla.



Además, el papa enfrenta por estas horas los comentarios de muchas personas que hacen referencia a la investigación del periodista Horacio Verbitsky, que lo vinculan a la dictadura militar siendo responsable de haber “entregado” a dos sacerdotes de su congregación.
Pero Bergoglio respondió a estas versiones y negó absolutamente todo. Y aseguró que no solo no apoyó a la dictadura sino que ayudó a varias personas perseguidas.
Algunas de sus declaraciones al diario Perfil:
“En el colegio Máximo de la Compañía de Jesús, en San Miguel, en el Gran Buenos Aires, donde residía, escondí a unos cuantos. No recuerdo exactamente el número, pero fueron varios. Luego de la muerte de monseñor Enrique Angelelli (el obispo de La Rioja, que se caracterizó por su compromiso con los pobres), cobijé en el colegio Máximo a tres seminaristas de su diócesis que estudiaban teología. No estaban escondidos, pero sí cuidados, protegidos. Yendo a La Rioja para participar de un homenaje a Angelelli con motivo de cumplirse 30 años de su muerte, el obispo de Bariloche, Fernando Maletti, se encontró en el micro con uno de esos tres curas que está viviendo actualmente en Villa Eloísa, en la provincia de Santa Fe. Maletti no lo conocía, pero al ponerse a charlar, éste le contó que él y los otros dos sacerdotes veían en el colegio Máximo a personas que hacían “largos ejercicios espirituales de 20 días” y que, con el paso del tiempo, se dieron cuenta de que eso era una pantalla para esconder gente. Maletti después me lo contó, me dijo que no sabía toda esta historia y que habría que difundirla”.
“Saqué del país, por Foz de Iguazú, a un joven que era bastante parecido a mí con mi cédula de identidad, vestido de sacerdote, con el clergiman y, de esa forma, pudo salvar su vida. Además, hice lo que pude con la edad que tenía y las pocas relaciones con las que contaba, para abogar por personas secuestradas. Llegué a ver dos veces al general (Jorge) Videla y al almirante (Emilio) Massera. En uno de mis intentos de conversar con Videla, me las arreglé para averiguar qué capellán militar le oficiaba la misa y lo convencí para que dijera que se había enfermado y me enviara a mí en su reemplazo. Recuerdo que oficié en la residencia del comandante en Jefe del Ejército ante toda la familia de Videla, un sábado a la tarde. Después, le pedí a Videla hablar con él, siempre en plan de averiguar el paradero de los curas detenidos. A lugares de detención no fui, salvo una vez que concurrí a una base aeronáutica, cercana a San Miguel, de la vecina localidad de José C. Paz, para averiguar sobre la suerte de un muchacho”.

sábado, 12 de mayo de 2012

El asesinato del Padre Mugica.




En el día de hoy, se cumple un nuevo aniversario de la muerte del Padre Carlos Mugica, quien fuera asesinado en 1974 por delincuentes jamás identificados. Fue el mayor referente de los curas tercermundistas en la Argentina.
Si bien comenzó la carrera de derecho, abandonó a los pocos años para comenzar el seminario y dedicar su vida a la fe. Desde 1954, comenzó su actividad con los más humildes en parroquias de la Provincia de Buenos Aires.
Formó parte y fue referente del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, una corriente sacerdotal que cuestionaba la explotación económica de las multinacionales en los países subdesarrollados y proponía la participación política y social de la Iglesia en favor de los más afectados.
Creó varias oraciones, entre las cuales la más famosa es “Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no. Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre. Señor, quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos. Señor, quiero estar con ellos a la hora de la luz”.
Su relación con la política comenzó cuando asesoró a la Juventud Estudiantil Católica del Colegio Nacional de Buenos Aires (JEC). Mugica ya simpatizaba con ciertas corrientes de izquierda marxista y con el peronismo, sectores con los que trabajaba frecuentemente en su tarea de asistencia social.
La JEC llegó a ser conducción del Centro de Estudiantes y fue la agrupación de la cual surgió la primera célula de Montoneros.
Mugica siempre rechazó la metodología violenta de las distintas juventudes peronistas, si bien no estaba en contra de su aspiración sobre la sociedad. En 1973, se volvió abiertamente crítico a la agrupación de sus ex discípulos.
En 1974, el cura fue asesinado frente a la iglesia de  San Francisco Solano, cuando se disponía a subir a su auto. Los autores del hecho jamás fueron identificados, aunque popularmente se atribuyó el crimen a la Alianza Anticomunista Argentina, conocida como “Triple A”.