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miércoles, 5 de febrero de 2014

Alberto Williams, vicepresidente de la Asociación de Propietarios de Carnicerías de la Ciudad, dijo que en promedio, las carnes aumentaron $2.

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Hoy, las empresas que comercializan carnes anunciaron que llegarán más aumentos a las góndolas.
Con este aumento, el traslado al precio final de venta será del alrededor 4,5%. Los aumentos se registran desde el 24 de enero, cuando el kilo de media res estaba en $28,50, pasando a $33,50 a la semana siguiente. Ahora, el mismo corte cotiza a $35.
Por su parte, el asado se ubica a $63, antes a $60 y luego $61 y el kilo de milanesas de $66 llega a $70.
Hoy, en su conferencia de prensa diaria, el jefe de Gabinete Jorge Capitanich se refirió a los aumentos de la carne, argumentando “los que aumentan son un conjunto de especuladores e intermediarios que hicieron un incremento del precio del ganado para obtener ganancias”.
Asimismo, concluyó “hay grupos acaparadores y especuladores que pretenden adquirir bienes para presionar por exportar a determinados países”. “No voy a decir cómo se alimenta una vaca, pero es un insumo no dolarizado”.

lunes, 4 de marzo de 2013

Carnes: Negocio digitado, cada vez concentrado en menos manos.


LA CARNE: UN NEGOCIO PARA POCOS. POR CARLOS R. BROWN.
El sector de la industria frigorífica en particular, así como toda la cadena cárnica de valor en general, atraviesa hoy una grave crisis, como consecuencia de años de erráticas restricciones a la comercialización y de la falta de una política ganadera de mediano y largo plazo, entre otras malas medidas –que algunos denunciamos desde hace ya varios años-.
Es por ello que hemos presentado, con el acompañamiento de los diputados nacionales Enrique Thomas, Ricardo Gil Lavedra, Patricia Bullrich, Paula Bertol, Juan Tunessi, Carlos Carranza, Alberto Asseff, Ramón Puerta y Gustavo Ferrari, un pedido de informe al Poder Ejecutivo (0120-D-2013), a fines de garantizar la preservación de esta importantísima fuente de trabajo y producción.
Hasta hoy sabemos que los declinantes niveles de faena por insuficiencia de materia prima –lo cual implica un costo creciente de la producción por kilo de carne-, sumado a una menor demanda de subproductos como cueros y cebo, han producido una situación de colapso sin precedentes en nuestra industria frigorífica, con cierre masivo de establecimientos y pérdida de miles de puestos de trabajo.
De 400 plantas frigoríficas que había a nivel nacional, han cerrado 120, sobre todo durante el último bienio. La mayor parte se dedicaba a la exportación, por lo que han sido particularmente afectadas por las restricciones vigentes. Por ejemplo, las exportaciones argentinas de carne bovina cayeron en 2012 a apenas 217 mil toneladas, es decir un 18% menos que en 2011 –cifra que es comparable a la de 2001, año en que se produjo el problema de la aftosa-.
Por su parte, hasta los mismos funcionarios nacionales han reconocido que la faena cayó drásticamente entre un 45 y un 50%, hecho que produjo la destrucción de unos 14 mil puestos de trabajo.
De este modo, la caída de las exportaciones no sólo afecta a los frigoríficos sino también al productor ganadero. La menor demanda generada de animales en pie mantiene el precio del ganado a valores nominales, los cuales son casi constantes con los costos crecientes que debe absorber el productor. Por supuesto, esto afecta gravemente el incentivo para invertir y aumentar la producción.
Esta crítica situación, además, impacta fuertemente en nuestras economías regionales, marginando de manera directa e indirecta a miles de trabajadores, con consecuencias sociales irreparables que no podemos ignorar.
Como suele ocurrir durante las crisis, el segmento PYME, de menor capacidad financiera, resulta el más golpeado. Mientras grandes empresas pueden integrar la comercialización, la distribución y hasta la posibilidad de proveerse ellos mismos la hacienda, muchas PYMEs están quedando fuera del negocio. Esto no hace más que profundizar el proceso de concentración con creciente participación de capital extranjero, lo cual se evidencia particularmente durante los últimos años.
Debemos agregar que a dicha concentración ha contribuido significativamente la poco transparente administración por parte del Gobierno nacional, a través de su Secretario de Comercio Interior y de la cuota Hilton de exportación, principal negocio de la industria frigorífica, que representa ingresos potenciales por 480 millones de dólares. De acuerdo a fuentes del sector, mientras hace cinco años 65 empresas frigoríficas con 75 plantas participaban de dicha cuota, hoy las empresas adjudicatarias son apenas 27 y las plantas beneficiadas, 33. De igual forma se redujo la cantidad de asociaciones de productores a los que se les asignó cuota: mientras en el ciclo 2007-2008 hubo 40 grupos, para el próximo ciclo hay sólo 29.
Negocio digitado, cada vez concentrado en menos manos.
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Carlos R. Brown
Diputado Nacional

martes, 4 de diciembre de 2012

Los catastróficos efectos generados sobre importantes zonas de producción agropecuaria de la provincia de Buenos Aires producto de las inusuales precipitaciones de los últimos meses, no hacen más que revelar, dramáticamente, la importancia de las obras hídricas comprometidas y no realizadas en el marco del "Plan Maestro Integral de la Cuenca del Río Salado".


Inundaciones: el Gobierno se equivocaPor Carlos Brown | Para LA NACION

Nadie debiera estar sorprendido: esto sucede desde 2007 y es consecuencia lógica de la desinversión pública de los últimos años en infraestructura productiva fundamental, indispensable para que nuestra economía agroindustrial pueda retomar la senda perdida de crecimiento. Hoy tenemos que hablar de casi 13 millones de hectáreas afectadas sólo en la provincia de Buenos Aires con pérdidas económicas estimadas en no menos de 11.000 millones de pesos, entre afectación de cosecha fina, siembra gruesa, pasturas, tambos y mortandad de ganado.
Según fuentes del sector, por las dificultades para sembrar en campos anegados podría perderse en esta campaña hasta un 25% de la cosecha de maíz y un 10% de la de soja, situación que podría agravarse aún más de persistir condiciones climáticas adversas.
Al inicio del período de sesiones ordinarias del corriente año, he presentado dos pedidos de informes al Ejecutivo nacional en relación a la problemática que se plantea por la falta de obras hídricas y nulo acompañamiento por desastres climatológicos. Éstas fueron sistemáticamente bloqueadas por el oficialismo.
El 27 de junio, al producirse las inundaciones, dichos pedidos de informes fueron reiterados en una sesión informativa del Jefe de Gabinete ante el Congreso. Por supuesto, inútilmente.
Claro está que, en lugar de mitigar consecuencias, siempre es mejor prevenir trabajando sobre las causas. Es por ello que, hemos insistido en la importancia de concluir las obras pendientes. Ya no por generosidad, sino por su propio interés, el gobierno nacional debiera contribuir a finalizar estas obras. El sector agropecuario es un factor clave para la performance de nuestra economía e importante generador de recursos fiscales.
Las pérdidas que se proyectan sólo por esta inundación superan holgadamente lo que debería haberse invertido para concluir totalmente las obras pendientes del referido "Plan Maestro", solucionando de forma permanente el problema. Claramente, el análisis costo-beneficio no cierra.
Durante la discusión de la Ley de Presupuesto Nacional 2013, por la cual se prorrogó por seis años -hasta el 31 de diciembre de 2035- el impuesto a los combustibles que financia el Fondo de Infraestructura Hídrica, se planteó -sin éxito- modificar la afectación vigente de los recursos de este Fondo, restituyendo la finalidad originalmente dada a los mismos para el desarrollo de obras de infraestructura hídrica en áreas rurales.
A partir de 2007, como revela la información de la Ucofin, se produce el financiamiento de obras hídricas urbanas a expensas de aquéllas en áreas productivas rurales. Esto impactó fundamentalmente en la ejecución de las obras pendientes en la Cuenca del Río Salado.
De poco sirve destinar fondos a desagües pluviales en áreas urbanas si no se resuelven primero las obras más importantes en las áreas rurales, que son precisamente aquéllas que evitarán las grandes inundaciones que afectan actualmente a toda la región sin distinción.
La provincia de Buenos Aires, como lo señalara Ameghino, ha entrado en un período húmedo. Durante la etapa de sequía, no se han realizado las obras que correspondían, con fondos que existían y en la oportunidad que se debía. Hoy pagamos tributo nuevamente a la improvisación, a la pésima gestión y a una equivocada concepción electoralista a favor de los centros urbanos en contra del sector rural productivo y motorizador de riqueza y trabajo digno. Señores del Gobierno, no se sigan equivocando..
Fuente: http://carlosbrown.com.ar/?p=2013